Volver a inventar
Lastrada por la pérdida de la industria y el declive agrario, la villa quirosana repiensa su futuro y lo confía al hallazgo de emprendedores e ideas motrices que se asocien a su visibilidad como destino de turismo natural
Nuria y Paco buscaban una casa para salir de Oviedo sin marcharse del todo. La encontraron hace tres años y ahora respiran en la frontera de un parque natural con la ciudad a los mismos cuarenta minutos que algún día perdieron atravesándola. En Rano, parroquia de Bárzana (Quirós), tienen tres vecinos y alquilan su casa rural a turistas madrileños que a menudo se despiden con un resabio de envidia. «Qué suerte tenéis». Ellos decidieron un día volver a la casilla de salida y encontraron allí un alojamiento de turismo rural. Bárzana, a su modo, también. La historia de Nuria Secades y Francisco Pérez no es nueva ni exclusiva de este concejo ni demasiado original, pero por desgracia tampoco tan común aquí como desearían los que se han anclado a la capital quirosana para terminar ladeando la cabeza delante de un antiguo despacho de pan cerrado. Les aflige el daño que el tiempo le ha hecho a este concejo, donde la industria y las minas alimentaban a más de 6.000 habitantes mediado el siglo XX y que a este lado del XXI no da para 1.400. A la villa capital le queda alguno menos de trescientos, pero las sacudidas de la doble reconversión que convulsionó al municipio, más o menos a la vez la agraria y la industrial, ya se han calmado en Bárzana, que ahora repiensa su futuro clamando por algún emprendedor con iniciativa empresarial, con ambición y capacidades para orientar a la villa quirosana hacia la salida de aquella encrucijada que dejó aquí el abrupto desenlace simultáneo de las fuentes clásicas de riqueza.
«Una empresina», resumirá algún vecino con el pueblo en la cabeza: no hay panadería, ni un taller, ni una empresa de servicios para la gente mayor, ni... Es el momento ahora que puede, sólo puede, que haya pasado lo peor. El castigo de la desertización rural llegó a ser en otro tiempo más duro con Bárzana que ahora y, en todo caso, esta villa con título y pretensiones de miniatura semiurbana se ha vaciado menos que los pueblos de su municipio. El bullicio que se escucha hoy junto al patio del Colegio Virgen de Alba lo producen treinta niños sumando todos los cursos de Primaria -el resto del ciclo escolar se completa en Trubia-, pero no hace mucho que la escuela se abría para veinte. Y «los noventa ya no fueron los ochenta». O eso dice el inventario de daños que hace Faustino Fernández desde la atalaya con vistas privilegiadas que otorga su negocio triple de ferretería, construcción y alojamientos rurales en Bárzana y Cortes. «En líneas generales», afirma, «yo le veo futuro a Quirós y creo que tiene salida. No me arrepiento nada de tener un negocio aquí».
Desde aquí no se ven castilletes, ni mucho menos el humo de aquellos altos hornos que apenas llegaron a los primeros años del siglo pasado, pero sí vestigios para el observador avezado. Un edificio de cinco alturas, largo y alto, con la sobriedad inconfundible de la arquitectura industrial minera, mucho más funcional que vistoso, asoma por detrás del Ayuntamiento y del consultorio médico de Bárzana. Está ahí para recordar que una vez Quirós fue una mina y alojaba obreros en este barrio que al final hasta se llama como el inmueble, «Las Colominas». El edificio resiste aunque su función haya mutado desde la liquidación progresiva de las minas de esta cuenca. En algún momento indeterminado de los años noventa, muy poco a poco, en Bárzana y en Quirós brotó el asidero del turismo rural para sacar del amilanamiento a este valle que se define «estrecho y ceñoso» en las «Bellezas de Asturias» que cantó Aurelio de Llano en 1928. A aquel impacto que se llevó casi de un golpe minas y ferrocarril minero, agricultura y ganadería, siguió un leve aturdimiento que duró unos años y aún colea, pero cada vez menos. Hace más de una década «empezamos a cambiar de idea y a valorar el pueblo», a atisbar un conato de futuro en la reciedumbre de estas montañas tan escarpadas como próximas a toda la Asturias metropolitana.
Nadie dijo que fuese a ser fácil. La ayuda de la Senda del Oso no llegó a Quirós hasta junio de 1999, cuando el viejo trazado ferroviario reconvertido en camino turístico se prolongó hasta el embalse de Valdemurio, y hasta 2008 no pasó por Bárzana para ir a morir a Santa Marina, punto de origen del histórico tren minero. La comunicación por carretera también demoró el arreglo del tramo Caranga-Bárzana hasta 2002 y también por eso el enemigo del retraso pone a otros destinos turísticos de la montaña rural asturiana con varios cuerpos de ventaja por delante de Quirós. Los primeros folletos sobre el concejo se imprimieron en 1995 y cuando se abrió en Llanuces el primer núcleo de alojamientos, allá por los primeros noventa, «aquello del turismo rural» todavía sonaba a «la China», reconoce Faustino Fernández, que cinco años más tarde estaba abriendo una casa rural en Cortes. Era la primera del pueblo de San Melchor; hoy hay seis y ya no se oye preguntar «¿quién va a venir a Quirós a nada?». Hace pues bastante menos de dos décadas que definitivamente «fuimos conscientes de que las minas se habían agotado, pero también de que teníamos otros recursos que ofrecer». Alba Rodríguez es la directora del nuevo Museo Etnográfico de Quirós, que para reforzar esa teoría sobre la potencialidad turística del entorno abrió el pasado sábado al público los tres edificios que se han levantado junto a los restos rehabilitados de los viejos altos hornos quirosanos, en este lugar que no por casualidad se ha llamado siempre La Fábrica, kilómetro y medio antes de llegar a Bárzana desde Proaza.
La transformación de los vestigios de la industria en foco de atracción de visitantes se basta sola para señalar por dónde van aquí los tiros de las alternativas de futuro. Mirándose en el espejo próximo del Parque de la Prehistoria de Teverga, el nuevo museo «debe ser un elemento dinamizador de toda la zona», pide el socialista Agustín Farpón, alcalde de Quirós desde 1987. El despertador del concejo está puesto «también para los municipios colindantes», en este caso con una alternativa de ocio bajo techo que combina bien con el prioritario magnetismo de la naturaleza del parque natural de Las Ubiñas-La Mesa, del que geográficamente forma parte Bárzana. Asociada a ella, han crecido una escuela de escalada en El Llano o la oportunidad de remar en canoa por el embalse de Valdemurio, pero aún queda camino.
Por la puerta de «Las Lagartijas», la casa de aldea de Nuria Secades y Francisco Pérez en Rano, aún entra «un 95 por ciento de madrileños». Para el resto de Asturias, protesta Alba Rodríguez, «sigue pareciendo que estamos en Ibias», qué esperar cuando los propios quirosanos, avanza más Faustino Fernández, «no sabemos apreciar lo que tenemos». Por eso «el letargo» y la «falta de iniciativa» que aquí se señalan primero cuando toca identificar los obstáculos para avanzar hacia un porvenir diferente al pasado reciente. «Somos muy conformistas, muy poco ambiciosos» tal vez porque hubo un tiempo en el que aquí había trabajo sin buscarlo. El caso es que la mentalidad colectiva se duele de cierta parálisis que piensa que no queda nada que hacer, pero escarbando se descubre que tampoco hay panadería -«el pan viene de Proaza, de Taramundi, de Belmonte...»-, que falta «un tallerín» y a lo mejor tendría mercado y futuro una empresa de provisión de servicios básicos para ancianos como la que da de comer «a dos familias en Teverga». «Cuánto me prestaría llegar a un bar y escuchar a alguien hablando de lo que se puede hacer en Quirós», suspira Faustino Fernández. Pero no. Todavía no. Está el Ayuntamiento, un hotel y unos apartamentos rurales con tres restaurantes, algún otro bar y un supermercado, un par de ferreterías, una vivienda tutelada para mayores, la farmacia, el consultorio y alguna pequeña tienda antes de parar de contar. La fachada del hotel Valle de Quirós pasó quince años decorada con un cartel de «se vende» y la ganadería se pierde en poco más que «cuatro ganaderos fuertes y los de consumo propio». En el terreno de las puertas entreabiertas, la obra para duplicar las plazas de la vivienda tutelada para mayores -de 22 a 44- debe finalizar este diciembre y dará para veinte empleos, según los cálculos del Alcalde. Agustín Farpón señala también los primeros pasos de un polígono industrial que tendrá diez parcelas, 20.000 metros cuadrados y «entre febrero y marzo de 2011» una oportunidad de cumplir con la asignatura pendiente de fijar población y empleo en Bárzana.
Cuando el ocaso del sustento de mil familias mineras «paró» Quirós
Todavía es una rareza la mujer embarazada que atiende en el supermercado y hacen tanta falta como el alimento las iniciativas que pueden renovar la base social de un lugar castigado por el final de aquella industria que en algún momento de su historia daba de comer, calculan aquí a ojo, a un millar de familias. El retorno al punto de ebullición de la industria quirosana recuenta por empresas y calcula por lo menos «más de trescientos empleos en Fábrica de Mieres, unos 150 en Fuentes y Compañía, más de cien en Hullera Española, algunos otros en Minas de Xagarín y Cortes, 25 operarios en la parte quirosana del ferrocarril minero...». El ocaso progresivo del carbón terminó en los ochenta, con algún coletazo menor del cielo abierto a comienzos de los noventa, pero la proximidad del desenlace se apreciaba al menos desde que el ferrocarril minero paró en 1963. De ahí a los ochenta, cierto apogeo de la economía agraria amortiguó la «debacle total» del despoblamiento, que vendría a continuación, cuando al ritmo de caída industrial se acompasó el desenlace de lo campesino. «Yo abrí el negocio en torno a 1980», recuerda Faustino Fernández, y «me tocó todo eso. Bajó la población y Quirós se paralizó, literalmente, durante al menos diez o doce años».
Se fueron «familias enteras» y la cadena del éxodo acabó en «desarraigo», en generaciones que se crían fuera de aquí y acaban rompiendo el contacto. La inclinación a conservar la casa del pueblo, aunque sólo fuera como segunda residencia, es un fenómeno que aquí se sitúa en torno a los noventa, más o menos. Aquella patada en el fondo, a la que dieron fuerza las primeras puertas entreabiertas del negocio turístico quirosano, fue construyendo los primeros cimientos de un ciclo económico diferente que después también arregló el problema de las comunicaciones y hoy hace afirmar que «tengo confianza». Nuria Secades aprecia que «está viniendo gente». No sólo ella y su familia, hay otros que ven este retiro rentable. Aquel amargo «¿quién va a venir a este arrabal?», muy condicionado por la dificultad histórica de la comunicación, va dejando entrar a un cambio de mentalidad que «será lento», pero que ya da pasos cortos hacia un porvenir diferente. La tarea pendiente de la promoción -«poner a Quirós en el mapa»- se asocia a la superación del localismo, a la suma en la venta conjunta de esta comarca, y a lo mejor, pide alguna voz crítica, también a prestar más atención a los que ya estaban aquí. Maite Menéndez, quirosana residente en Bárzana, busca trabajo sin éxito y quiere «que respeten a los que somos de aquí de siempre», que se prime de algún modo la permanencia y «que se fijen en los quirosanos y en los problemas de los quirosanos».
El Mirador
_ El polígono
Las reticencias se acaban en el minuto uno. El polígono industrial que remueve tierras a la salida de Bárzana, diez parcelas y 20.000 metros cuadrados, se ve «perfectamente compatible con el turismo», al decir de Nuria Secades. Esta necesidad de suelo industrial equivale a la de ofrecer unas facilidades mínimas a esa iniciativa empresarial que no abunda bajo las montañas de Quirós.
_ El aparcamiento
La transformación urbanística de Bárzana empieza por el aparcamiento, que cubrirá una plaza que está en obras junto a veinte viviendas de promoción pública distribuidas en tres bloques blancos y grises en La Texera, en la zona del antiguo mercado. «Tenemos serios problemas de aparcamiento», asume el Alcalde, que se propone habilitar otra zona para estacionar «en la zona del Ayuntamiento y la iglesia».
_ Otro mercado
Ya que ha dejado su sitio a un aparcamiento, una obra que se adelanta para el medio plazo plantea la construcción de un nuevo mercado de ganado en el polígono industrial.
_ Otra cara
El gran proyecto de futuro, eso sí, apunta más alto. Agustín Farpón lo define rápidamente hablando de «cambiarlo todo». Consiste, más en detalle, en lavar la cara de la villa con «una reforma urbanística integral». El planteamiento, que tiene una primera fase recién iniciada y otra incluida en el «plan A», ampliaría aceras, incluiría alguna plaza y pondría el último horizonte en torno al año 2013.
_ El saneamiento
Hay saneamiento, pero no depuradora. El proyecto saldrá a licitación por dos millones de euros, asegura el Alcalde, y depurará las aguas de Bárzana en las inmediaciones de Arrojo.
_ La Meseta
Quirós se comunica con la Meseta por una pista que contiene un viejo proyecto de mejora inabordable, según Farpón, a la vista de «la situación económica actual». En su día pretendieron su transformación en carretera autonómica, acepta, pero los «miles de millones» que costaría sitúan el plan en el muy largo plazo pese al beneficio que podrían encontrar en él, entre otros, los empresarios turísticos de la zona.
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