La ciudad primera
Cangas de Onís, el gran núcleo de servicios del oriente interior asturiano, rentabiliza el paso hacia Covadonga y los Picos y se enfrenta al reto de diversificar sus atractivos turísticos
La ciudad de Cangas de Onís nos sitúa de lleno en el mito de los orígenes, tan poderosos en Asturias y en su proyección al resto de España. En todas las civilizaciones, en todas las sociedades, hay lugares con maná, como los conocen en las islas del Pacífico. Lugares mágicos, cargados de simbolismo, que así atraviesan las nieblas del tiempo, pues son faros que alumbran generación tras generación para dar referencias a la comunidad que los crea. En su origen está la geografía, cómo no, tratándose de lugares. Diversos factores físicos se entreveran de forma tan especial que conforman un paisaje singular, atractivo. Después viene un acontecimiento historiado, que encuentra en él un escenario sublime. Quizás, y como siempre, interviene el azar. Pero el resultado es una realidad que allí arranca y funda un país.
Si para Delibes la fisonomía de un pueblo no la dan sus calles y sus plazas sino su gente y su historia, la de Cangas de Onís está unida a la de Covadonga. Y de tal unión nace la identidad de Cangas de Onís. No hacen falta farolas y aceras para comprender que la ciudad de Cangas se prolonga hasta Covadonga y que ambas van unidas en la historia. Esta comprensión también se la debemos a Jovino, ese familiar compatriota que pensó e hizo Asturias de manera ilustrada, y a quien una historia despiadada le pagó con tristeza en el momento y con reconocimiento desde entonces. Jovellanos se dio cuenta del poder simbólico de Covadonga para su España reformada y encargó una basílica que Ventura Rodríguez no pudo casi ni iniciar y que concluyó un siglo después el impulso del obispo Sanz y Forés. Así que bien podemos decir que Cangas tiene basílica y puente romano. Filiación esta última inexacta, pero error insignificante, que más nos dice de las ganas de profundizar en el origen para estar a la altura del escenario. En él, el Sella es uno de los protagonistas, que trae las aguas puras de Pena Santa, la más bella de las montañas. Y todo contenido en un solo encuadre, el que recorta el arco del puente. Tarjeta de presentación de un país fantástico.
Cangas es un punto focal, pues en ella convergen en cruz los valles del Sella y sus afluentes Güeña y Piloña. Organiza, pues, un territorio que sigue el surco prelitoral, colector de base del vigoroso relieve de los Picos de Europa en su sector occidental. Comparte esta posición estratégica con Arriondas, en el valle medio del Sella, ejerciendo la centralidad comarcal sobre el oriente interior asturiano. La ciudad de Cangas de Onís, de 4.000 habitantes, es el gran núcleo de servicios del oriente interior asturiano y capital de la comarca de los Picos de Europa, concentrando la actividad turística y comercial vinculada. Su centralidad comarcal le ha permitido continuar un crecimiento notable en las últimas décadas. Es uno de los pocos concejos asturianos que crecen en población y lidera la tendencia positiva de la comarca oriental.
El concejo ha rentabilizado, casi de forma exclusiva, el aumento de los flujos relacionados con los Picos y la existencia del parque nacional en su vertiente asturiana. El crecimiento de la capital se ha difundido en parte a los pueblos de su parroquia, pero, sobre todo, siguiendo el eje de la carretera de Covadonga, impulsando en el cruce de Soto una pequeña área de ocio, restauración y servicios. Al Oeste, el límite municipal, marcado por el Sella, deja en el concejo de Parres el caserío de El Puente, Prestín y Sotu Degu.
La pequeña ciudad ha experimentado un importante desarrollo urbano, sobre una trama delimitada por los escasos caminos históricos que cruzaban el puente medieval y la calle Mercado, y por la construcción decimonónica de las carreteras hacia Arriondas, Cabrales y el Pontón. Ante la ausencia de nueva trama urbana de entidad, Cangas ha tenido que optar por la sustitución del caserío y el recrecido en altura, aumentando la densidad y consolidando un paisaje netamente urbano a pesar de la reducida dimensión del casco. Proceso que ha llevado al concejo a aumentar su empleo, recibir suficientes inmigrantes como para compensar el desfase entre nacimientos y defunciones y alcanzar un predominio casi absoluto del empleo terciario, la mayor parte en la hostelería y el comercio. La especialización turística ha abierto paso a una de las más importantes infraestructuras hoteleras de la región.
Cangas de Onís crece y goza de buena salud, y debería apostar por utilizar el impulso turístico para afianzar estrategias de diversificación de actividades, necesarias para garantizar su futuro. La actividad industrial relacionada con la construcción, el turismo y el sector forestal necesita espacio acondicionado y segregado para la localización empresarial. El desarrollo urbano de la villa requiere una adecuada ordenación y una continuidad en la mejora de accesos, equipamientos, servicios y trama urbana residencial. También de la difusión de nuevas actividades al mundo rural del propio concejo y de la comarca, puesto que el crecimiento de la ciudad se basa, en buena medida, en el territorio comarcal de influencia y en su vitalidad, especialmente en épocas de baja actividad turística.
La gestión del Parque
Cangas vio el nacimiento del primer parque nacional español. Sin embargo, lo dilatado de su existencia no ha supuesto una mayor experiencia en los procesos de ordenación y explotación racional. La gestión autonómica debe mejorar notablemente lo vivido hasta ahora si de verdad se quiere que sea un espacio protegido de referencia en la red europea. Es necesario diversificar los atractivos turísticos, mejorando la integración en la actividad del patrimonio cultural e histórico. La especialización turística se ha efectuado sobre una débil organización y control de los procesos en los mercados de origen y en la formalización de la oferta en paquetes turísticos. Esto resulta vital para que disminuya la incertidumbre provocada por unos flujos de itinerarios variables, a menudo erráticos, de estancias cortas y fuertes altibajos estacionales y entre temporadas.
Queda trabajo para transformar Cangas en algo más que un destino turístico nacional amparado en la atracción de Covadonga, los Lagos y los Picos y convertirlo en una referencia internacional, cuidada, diversificada y atractiva. Hoy Cangas de Onís es la pequeña ciudad desde la que se gestiona la mayor parte de las actuales funciones que generan esas tres realidades geográficas, hasta hace 15 años unidas por una marca ampliamente reconocida y de prestigio: el parque nacional de la montaña de Covadonga, referencia que se abandonó a favor de su integración en el conjunto del Macizo caliar de los Picos, hoy de nuevo segregado en tres porciones, correspondientes a las tres comunidades vecinas. En el camino se perdió la marca más antigua, por la que se reconocía el primer parque nacional español. Ante la confusa realidad actual, ¿por qué no volver a recuperar el viejo nombre, al menos unido al nuevo? Parque nacional de la montaña de Covadonga y de los Picos de Europa. Hay precedentes, por ejemplo, en el segundo parque español, antes Ordesa y hoy ampliado con Monte Perdido.
El círculo virtuoso del sector terciario que alimenta la comarca
Los recursos están, también la experiencia, para asentar una actividad ordenada y compatible en Cangas de Onís y en el área de influencia del parque nacional. Los beneficios los recogerá el territorio simbólico por antonomasia de Asturias. Pero Cangas es mucho más que la puerta de entrada a los Picos de Europa. Ante esta ciudad titulada se abre el reto de generar actividad para seguir atrayendo población, reforzando así el sector terciario que da servicio a la comarca, impulsando el crecimiento en un círculo virtuoso de desarrollo, para el que la excelencia territorial es su obligada ambición.
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