Río, cruce, camino
La localidad de Cornellana, que vincula su crecimiento al de su entorno rural, encara el futuro con las expectativas que le anuncian la autovía del Suroccidente, su situación y una destacada iniciativa social
Cornellana se alarga sobre la carretera de Asturias a Galicia, la de siempre, con su renovado caserío, junto al Narcea y su puente, pero prefiere el resguardo del más tranquilo río Nonaya, junto al viejo monasterio. Emplazamiento histórico y empaque de villa, a pesar de no ser capital municipal. Disfruta Cornellana de un emplazamiento privilegiado para la localización de una villa, aunque sea de pequeño tamaño. Pola que comparte su función con otras, en un municipio extenso y de mayor complejidad territorial que la que aparenta. Un concejo que resiste con 6.000 habitantes, manteniendo unas infraestructuras de comunicación del siglo XIX, que aquí, como en la mayor parte de la Asturias interior, se reducen a las carreteras.
Carreteras decimonónicas que, sin embargo, pertenecen a la red principal del Estado y que aún están en uso, como la que une o separa Cornellana de la capital concejil, distante una decena de kilómetros. Un municipio no muy extenso, pero de varios cientos de pequeñas aldeas y de unidades internas bien diferenciadas, da para tres pequeñas polas: la capital en el centro, La Espina en las tierras altas y Cornellana en el cruce de caminos: el que viene de Oviedo y va a Santiago y el que sigue el valle del Narcea, desde la costa al interior.
Cornellana es villa de río y de él ha sabido sacar partido y crear una forma de vida apegada a él, a la pesca deportiva y a sus afanes, pero salvaguardando su caserío a orillas del Nonaya y a la sombra del antiguo monasterio. Cornellana es también villa moderna de camino, crecida sobre el eje de la carretera entre Asturias y Galicia, hoy semirrelegada al olvido por los intereses de las ciudades costeras que han volcado los ejes de comunicación y poblamiento sobre la marina. De la carretera también ha sacado partido la pequeña villa, ofreciendo una parada clásica, de postas, que dispensa al viajero, el del Alsa, servicios hosteleros y comerciales de tradición y renombre.
Villa terciaria, de caserío volcado sobre la carretera, resiste manteniendo un pequeño crecimiento en la primera década del siglo actual, acercándose a los 600 habitantes. Las tres villas salenses presentan leves aumentos en estos diez años, hecho que muestra la continuidad de los movimientos de concentración urbana en los concejos que tienen villa y extenso mundo rural, y el impacto de los procesos de envejecimiento de la población rural asturiana que busca acomodo en las poblaciones que ofrecen mejores servicios, a la búsqueda de los modos urbanos de vida sin perder de vista el mundo rural de origen. A Cornellana llegará algún día la autovía, hoy colgada sobre el cauce del Narcea, y con ella probablemente se abrirán nuevas perspectivas para una población que ha sabido aguantar en los años oscuros y que tiene iniciativa para abrir nuevas vías de actividad y de aprovechamiento de su localización sin necesidad de aumentar su dependencia de las grandes ciudades, de las que, sin embargo, puede obtener más recursos.
El Narcea y su carretera modernizada abren Cornellana hacia la costa, hacia Pravia y la ría del Nalón, áreas aparentemente mejor dotadas, pero cuyas tendencias son curiosamente más negativas, como si las mejoras las hubieran pillado con el pie cambiado, sin saber cómo sumarse a los territorios que crecen, a los que tienen una mayor iniciativa social, manifestada en su pujanza, en la emigración americana y en otros sucesos. Hacia el Sur, el valle del Narcea se ha convertido en el acceso fundamental hacia el occidente interior, tanto hacia Belmonte y Somiedo como hacia Cangas del Narcea y el Suroccidente. Por ello, Cornellana adquiere un papel estratégico, como gozne del sistema territorial asturiano que debe enganchar al extenso y montañoso territorio occidental interior, el más olvidado, el que más dificultades tiene para continuar como elemento vivo y dinámico del organismo territorial regional.
Cornellana muestra que hay caminos de futuro, pero su crecimiento está también unido a la continuidad del poblamiento rural del concejo, que sigue una peligrosa tendencia que puede conducir a su agotamiento. Sin territorio de influencia difícilmente aguanta la villa y por ello la continuidad de las actividades tradicionales y de los procesos de diversificación rural son tan importantes. Villa y territorio rural van de la mano y su suerte está estrechamente vinculada.
Cornellana encara el futuro en mejor situación que otras polas, cuenta con su privilegiada posición geográfica y con una destacable iniciativa social para hacer cosas nuevas y tradicionales renovadas, para seguir siendo una referencia importante en el mapa geográfico de Asturias y en el mapa mental de los asturianos.
Una villa de vida buena, de cruce y paso, que atrae a todo tipo de viajeros
Cornellana es villa de vida buena. Una población ligada al río, al gran Narcea, imán irresistible para salmones que allí completan su periplo oceánico, y a la carretera de Galicia, la de la parada del Alsa y los establecimientos hosteleros de fama bien granada. La localidad salense aparece como una villa-camino de cuando la carretera era importante y no escultura inacabada.
Y es además una villa de cruce y paso, retenida en la mirada de los viajeros del occidente asturiano como referencia geográfica fundamental y fin obligado de etapa en su interminable viaje para y desde las tierras del poniente astur, al que esta localidad pequeña y amable, llena de historia y de patrimonio, daba paso y prestaba apoyo.
Artículos relacionados
Un románico empedernido
El escultor José Manuel Legazpi recorre Cornellana a través de la historia de las piedras casi ...
Muerte sin pesca
La localidad salense, históricamente rendida a los frutos ahora escasos de sus ríos, pide mejores ...