Historia minera
Carbayín, Lieres y Valdesoto tienen ante sí el reto de superar el pasado buscándole una vertiente metropolitana a la reestructuración de las comarcas hulleras
Siero es un concejo amplio, complejo y diverso. Un concejo que contiene una comarca, por la diversidad de burbujas territoriales que tiene dentro. Una parte de ellas han sido henchidas hace siglos por el aire del compresor minero. A ellas se ha atado Asturias por medio de gruesos cables, que la elevaron, transportándola por la historia europea de los siglos XIX y XX. Hace tiempo que pierden gas y presión. Pero les ha dado tiempo a aterrizar suavemente el país que de ellas colgaba, especialmente en Siero, donde una nueva burbuja toma cuerpo y relevo, la metropolitana, caracterizada por trabajos de menor requerimiento físico, por lo residencial, los servicios y la logística, que dan un aire muy diferente al peculiar de la bocamina, el que respiraron, desde los inicios de la explotación del yacimiento hullero central, Valdesoto, Carbayín y Lieres asociados a la cultura del trabajo extraordinariamente duro, compatibilizado, en muchos casos, con el mantenimiento de la explotación agraria familiar. Esa historia y esa economía diferenciadas han ido dejando su impronta en el paisaje rural y urbano. Están en Siero, concejo que enlaza las comarcas mineras con el eje metropolitano de mayor crecimiento. Y que, además, tiene una localización intermedia entre Oviedo y Gijón. Un concejo bisagra, clave en la articulación del área metropolitana, en la que pasa a ser, cada vez más, nueva centralidad asociada al creciente metropolitano.
Las tres localidades están muy cercanas entre sí. Valdesoto es la más próxima a la Pola, lo que le concede algunas ventajas para su futuro y para su consolidación demográfica. En Lieres se sitúa uno de los enlaces estratégicos de la red asturiana de carreteras, hecho que abre buenas perspectivas para la localización empresarial y la continuidad de su población. Carbayín, por su parte, se acomoda al paisaje de valles y pequeños cordales que preludian la cuenca media-alta del Nalón. Se engarza con Langreo a través de dos ejes: el valle del Candín, de profunda raíz minera, y sobre la loma que desde La Gargantada alcanza Carbayín Alto, penetrada por el túnel del histórico ferrocarril minero, hoy de pasajeros, en la línea Gijón-Laviana. El poblamiento, lineal sobre la loma, se dispersa luego en un paisaje más suave, hacia Pumarabule y Llamuñu. La posición de Carbayín, a pesar de la mejora de las comunicaciones, es de mayor enclavamiento, lo que se deja notar en su tendencia demográfica.
¿Qué papel le toca jugar al Siero minero? Probablemente le corresponda señalar el camino para la definitiva reestructuración de las comarcas mineras desde la perspectiva metropolitana. Un proceso que le permita incorporarse a los ejes de crecimiento y superar la fase del cierre de unidades y del declive demográfico asociado.
No son localidades de densidad urbana. Son poblados en evolución, hacia un destino metropolitano al modo astur, en el que la impronta minera es determinante. Han crecido sobre la base de un poblamiento rural tradicional, con tendencia a la diseminación y a una mínima concentración en pequeños barrios, agrupados en parroquias. En el caso de Valdesoto, destacan los barrios de Lliceñes, el más populoso con 447 residentes, La Rotella, Castiello, Llorianes, Negales, La Piñella, Fayes, Tiroco y Bendición, punto de enlace con la Autovía Minera y la carretera nueva de Carbayín. Un poblamiento que densificó el anterior sin modificarlo en demasía. Y que da hoy un atractivo paisaje ganadero y residencial, con un importante patrimonio histórico, que ha sabido conectar con la difusión metropolitana y la demanda de vivienda unifamiliar, para suavizar el declive del empleo minero y la consiguiente pérdida de vitalidad.
Carbayín conecta la cuenca del Nalón y del Candín, en Langreo, con el ámbito metropolitano. Sobre el ferrocarril enlaza con la Carretera Carbonera en La Gargantada. Aquí el poblamiento tradicional sí ha sido modificado, con la incorporación de los poblados mineros y un recrecimiento más intenso de los núcleos anteriores. Destacan El Cuto, La Raíz, La Cabañona, Areñes, El Cotoyu (439 habitantes), Carbayín (168), Mosquitera, La Foyaca y Pumarabule (538). Constituyen una guirnalda de localidades, engarzadas a través de carreteras secundarias y con aire de pueblo-calle, desde Langreo hasta la Pola y Lieres. Esta última desarrolla su poblamiento, sin agobios, sobre un territorio de amplia vega, desde las inmediaciones del cruce hasta las antiguas minas de Solvay: pozo, instalaciones y viviendas, «cuarteles», superpuestas sobre los núcleos tradicionales rurales: El Campiellu, El Rebollal, La Cotaya, La Pedrera, L'Acebal, El Quintanal (336 habitantes) y otros, a los que se añade el poblado de Solvay (231), que prolonga en el tiempo el nombre de la empresa.
Estas polas no existen, como casi ninguna de las de origen minero, para el nomenclátor de entidades de población del INE, que sigue el listado tradicional de núcleos, preindustriales en su mayor parte, sin incorporar la huella del poblamiento minero. Algo a cambiar, si queremos que de una vez queden reflejadas las localidades mineras, urbanas o semiurbanas, de referencia habitual para los asturianos. Así, las parroquias suman numerosísimos núcleos, como en los demás concejos de las comarcas mineras. Donde los asturianos vemos tres localidades principales y algunas más de pequeño tamaño, el nomenclátor oficial recoge nada menos que 83.
Valdesoto cuenta con 15 núcleos oficiales y se mantiene cerca de los 2.000 residentes, con un leve descenso en la década última. Es la menos afectada por la minería y la más articulada con el área metropolitana, apoyada por el reciente enlace de la Autovía Minera, que también ha mejorado la comunicación con Carbayín a través de la carretera de Bendición. Carbayín se extiende nada menos que en tres parroquias, tras varias modificaciones: El Cuto (antiguo coto), de menos de 200 residentes en dos localidades y en declive; Santiago de Arenas (Carbayín), con 29 núcleos y en declive rápido, de 1.783 a 1.466 residentes en la década, y Santa Marta de Carbayín, que aporta 11 núcleos y algo menos de 1.000 residentes ya. Por su parte, Lieres tiene un descenso menor, de 1.549 a 1.442 en sus 26 localidades, fruto de su localización estratégica y de la mejora de las comunicaciones regionales que la han recolocado en el mapa. 6.000 habitantes entre las tres, que nos hablan de la importancia del Siero específicamente minero, heredero de una larga historia que hoy busca hueco en los nuevos modos metropolitanos. Hay que seguir en la mejora de su vertebración territorial, del paisaje minero y de los servicios, en un concejo extenso y en un ámbito de competencia entre territorios metropolitanos.
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