Pola nueva

Pequeña urbe de nuevo cuño, La Fresneda afianza su proyecto de convertirse en villa, en un núcleo socialmente vivo con equipamientos y servicios

Fermín Rodríguez / Rafael Menéndez Centro de Cooperación y Desarrollo Territorial (CeCodet) / La Fresneda (Siero)

La Fresneda es una urbanización reciente en la cercanía de la ciudad matriz. Si no estuviera en el país en el que está, si estuviera en el sureste de Madrid, por ejemplo, sería mucho mayor y mucho peor. Pero está aquí, como un experimento urbanístico que quiso ser renovador y moderno y hoy, después de revolver y revolver, se da cuenta de que lo moderno es hacerse villa de las de siempre. Aquí no estamos hablando de un poblado minero, denso y nutrido, que acaso fue cuasi villa hace unas décadas y que ahora combate el reflujo intentando asociarse a la villa matriz. Aquí hablamos de una creación «ex novo»,  que aprovecha el pinchazo a la autopista y se dirige a la clase media de segunda generación. Fue un éxito. Había precedentes. La «Y» la había proyectado 50 años antes el artista del hormigón Ildefonso Sánchez del Río, entonces ingeniero municipal de Gijón. Iba a ser la primera autopista metropolitana española y a su vera sus promotores proyectaban una de las primeras ciudades lineales o ciudad jardín de España, que uniría Oviedo y Gijón. Pero no pudo ser. Las turbulencias de una historia desgraciada lo impidieron y nos sacaron de la carrera. Cuando volvimos a ella, sensatos facultativos, utilizando el mismo trazado y el duradero hormigón como firme, hicieron una obra ejemplar. Las viviendas de las márgenes también fueron hechas, pero no de acuerdo con el racional, higienista y coherente sueño, más que proyecto, de Ildefonso Sánchez del Río.

Durante décadas, la eficaz, sufrida e innovadora «Y» sólo tuvo una salida, la de Lugones, y tres accesos directos a los centros urbanos de las tres ciudades, ante la tardanza en abordar los viales periféricos para sacar el tráfico de ellas. El resultado fue una cierta paralización del crecimiento urbano de las ciudades principales y una difusión metropolitana hacia los núcleos mejor comunicados, por autopista o por ferrocarril. O a la creación de nuevas urbanizaciones fuera del casco urbano.

Y en el único enlace, o cruce de caminos o «Carrefour» de la «caleYona», se localizó el primer y durante muchos años gran centro comercial metropolitano que, por ello, año tras año ofreció los mejores indicadores de ventas de España, se mirase por donde se quisiera, por carrito, por visitante… ¡Sería la cultura del economato y de la libreta! Por lo que se ve estábamos hechos a la sociedad de consumo y no nos habíamos enterado.

Y junto a él la mayor apuesta por las urbanizaciones de nuevo cuño, uno de cuyos requisitos es precisamente la fácil comunicación con la red principal de transporte. Surge así La Fresneda, en territorio de Siero, pero con una relación más que evidente con la capital del Principado. Es un proyecto de la década de los ochenta que continúa creciendo hoy, 25 años después, separada de Lugones sólo y nada menos que por la autopista. La Fresneda ostenta en la región la primacía de las nuevas urbanizaciones metropolitanas, por delante de otros proyectos cercanos, como el de Soto de Llanera, en la parroquia de Pruvia y el concejo de Llanera.

Representa un modelo urbanístico y estético que encontramos en todas las áreas metropolitanas de primer y segundo nivel de España. Una suerte de pequeña «new town», que sigue el modelo de crecimiento urbano español reciente, asentado en unidades urbanas desarrolladas sobre espacios delimitados por la red de autovías y ferrocarriles. Se asienta sobre la demanda de vivienda unifamiliar a precio asequible para clases medias, en las cercanías de centros urbanos bien equipados. Pero ésta es la teoría, en la práctica está en Ciudad Astur, y el «software» de cada uno de los  que llegan a ella es el que cargaron en sus villas, pueblos y aldeas de origen, así que todos juntos reproducen el ideal de villa, edificada alrededor de una plaza o esquina, con bares, fiesta y ambiente, con grupo político y, a poco que las cosas vayan bien, con Ayuntamiento propio. Eso es vitalidad y fuerza creativa. Pero para qué gastarla en fragmentar más la ciudad, lo importante aquí es el fondo de servicios y el proyecto compartido, pues La Fresneda forma parte de una unidad de vida y trabajo mayor, y lo mismo que el «software» aborigen viene cargado de reivindicación también está cargado desde su origen de solidaridad.

Como pequeña urbe de nuevo cuño, aunque bien surtida de algunos equipamientos como los deportivos y las zonas verdes, desde su juventud comienza una lucha perseverante, amparada por un movimiento vecinal fuerte, por la reclamación de equipamientos y servicios públicos: educación, sanidad, servicios asistenciales... Y por la adquisición de un entorno social y de relación que la acerque al modelo de las villas asentadas por la historia. Ese proceso de transformación de urbanización a villa y las demandas vecinales propiciaron una mejora sustancial de los equipamientos desde su origen en 1987. La urbanización de la plaza mayor, la incorporación de vivienda colectiva, las zonas comerciales y hosteleras, la creación de la asociación de vecinos, el colegio público, la larga demanda de instituto de Secundaria, el centro de salud y la iglesia parroquial son hitos de un proceso aún inacabado.

A vueltas siempre con el mayor o menor grado de empadronamiento de sus residentes, la urbanización ha pasado de 2.471 a 4.189 habitantes en la primera década del siglo XXI, lo que representa uno de los mayores porcentajes de crecimiento urbano de Asturias y la sitúa en el nivel de las villas de primer nivel de población. Construida junto al núcleo tradicional de La Fresneda, de sólo 161 habitantes, la demanda de vivienda unifamiliar ha hecho crecer, siguiendo una traza estrellada, la parroquia de Viella, a la que pertenece, y al propio núcleo de Viella, que pasa de 538 a 683 residentes en esta década. Una parroquia dominada hoy por la expansión de La Fresneda y la vecindad de Lugones. Y por su propio crecimiento diseminado.

¿Se puede inventar una villa, una pequeña ciudad, desde la nada? La Fresneda dice que sí. Otro asunto es si esta forma es la más conveniente o, según la terminología al uso, más sostenible, cuando disponemos de villas y núcleos metropolitanos numerosos, equipados y consolidados. Opiniones hay. Pero lo que también hay es que La Fresneda sigue fuerte en su proyecto de convertirse en un núcleo socialmente vivo, desterrando su dependencia respecto a la capital regional, ya que la Pola queda lejos, más en las mentes que en el kilometraje. La Fresneda tiene un afán, convertirse en una villa de vida agradable y tranquila, con equipamientos y servicios de pola y cerca de todos. Claramente es una pola nueva.

Crecimiento sostenido

Unidad urbana de nuevo cuño, surgida del impulso metropolitano de una capital regional que casi implosiona o crece hacia dentro. Y del aumento de la demanda de vivienda unifamiliar. La década de los ochenta vio el nacimiento de una nueva localidad urbana, de espíritu metropolitano, cercana a casi todo, por su ubicación en el único enlace de la autopista y junto al centro comercial. Desde entonces no ha dejado de crecer, en tipologías diversas, al tiempo que su notable iniciativa local ha propiciado una evidente mejora de los servicios y equipamientos, lo que ha reafirmado su tendencia a la expansión y su pretensión de ser nueva villa astur.

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