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La capital de Santo Adriano, con más historia y tradición rural que presente, se enfrenta a la oportunidad de sacar partido de su integración paisajística sin renunciar al uso residencial

FERMÍN RODRÍGUEZ / RAFAEL MENÉNDEZ. CENTRO DE COOPERACIÓN Y DESARROLLO TERRITORIAL (CECODET) / Villanueva (Santo Adriano)

En el valle del Trubia, pasados el escobio entre San Andrés y Tuñón y la cueva del Conde, se abre la vega de Villanueva, la hermosa capital de Santo Adriano, que exhibe historia y tradición rural más que presente. Se trata de una pequeña localidad que apenas supera el centenar de habitantes, cabecera de un concejo que censa el doble y que, como todos los de su tamaño en Asturias, se ve afectado por el persistente envejecimiento de sus residentes, sean permanentes o de temporada.

Su enganche con la vecina Proaza es estrecho, dando lugar a una singular forma de villa, alargada sobre la carretera de Trubia y sobre la huella del antiguo ferrocarril minero del núcleo fabril de Quirós y Teverga, hoy convertida en senda peatonal y cicloturista bajo el reclamo del hábitat osero. Las dos localidades distan poco más un kilómetro, y comparten, entre otras cosas, los equipamientos ligados a la Senda del Oso y el cercado: áreas recreativas, centros de información, turismo activo, alojamientos y otros. Una relación que puede sentar las bases para que ambas den el paso a la constitución de una pequeña villa con todos sus atributos y con mayor capacidad de reclamo sobre la población urbana, tan próxima y tan lejana a la vez. El aumento de la actividad turística y la difusión de la marca «Valles del Trubia» en los mercados peninsulares han dado creciente importancia a la entrada desde el Sur, a través de la carretera que baja desde el puerto Ventana, contribuyendo a definir un itinerario turístico tanto para automóviles como para peatones y ciclistas cada vez más reconocido.

Históricamente, Villanueva ha estado ligada, además de al cultivo de la vega y a la explotación ganadera y forestal de las laderas, a la fábrica de Trubia, persistente reclamo laboral, y a los caminos que comunicaban la factoría con las minas de Riosa. Caminos hoy olvidados que tuvieron su importancia en los inicios de la industrialización y que obviaban casi siempre los fondos de valle, sobre los que se remontaban buscando las áreas cumbreñas, y que hoy constituyen sorprendentes caminos de acceso a Villanueva.

Hoy, y a pesar de iniciativas reseñables, como el centro de empresas y servicios El Sabil, los alojamientos turísticos, la incontestable belleza del lugar y la relevancia de su patrimonio (la iglesia de San Romano, el puente medieval, la vecina iglesia prerrománica de Tuñón), la localidad transmite quietud y nostalgia de pasados y tal vez mejores tiempos, por lo menos más habitados, más vitales. La ciudad está próxima y ha contribuido en gran manera a vaciar un concejo de topografía agreste y hermosas carreteras y pueblos, recorridos los días festivos por numerosos excursionistas procedentes del mundo urbano, que asisten a un espectáculo que proporciona sensación de lejanía, sorpresas relajantes ante la belleza del escenario y hermosas vías de parque para recorridos por el concejo, tal y como pudieron observar quienes siguieron la última Vuelta Ciclista a España.

Villanueva es puerta de la conocida ruta de Las Xanas, que recorre el desfiladero hasta la localidad quirosana de Pedroveya. Excursionismo, caminos y gastronomía han hecho populares estos pagos, pero no han impedido la continuidad del despoblamiento y el envejecimiento, a pesar de las iniciativas y de los recursos existentes. Y a pesar de la cercanía de la ciudad.

Llama la atención del viajero la imposibilidad de visitar la iglesia prerrománica de Tuñón, relegada en gran medida de la actividad turística. Al observar la iglesia prerrománica se percibe una sensación de dejadez y abandono que llama la atención, al tratarse de un patrimonio histórico de alto valor, original, único, que distingue a Asturias y que no recibe la atención debida ni está articulado en una política turística de base cultural.

Villanueva tiene ante sí la oportunidad de preservar su esmerado grado de integración paisajística y la conservación de su pintoresco carácter rural, ocupando una posición muy próxima al mundo urbano y a sus servicios y oportunidades. Las ventajas residenciales deben ser expuestas sin complejos en la realidad regional, hasta ahora dominada por los modelos urbanos de alta densidad. Y el de Villanueva tiene ventajas, sobre todo si integra su oferta de equipamientos y servicios con Proaza. Oportunidades de futuro a aprovechar para mantenerse activa en un nuevo ciclo de su dilatada historia, en el que no debería estar sola, pues estas pequeñas localidades que comparten problemas y potencialidades reclaman un tratamiento por parte de la Administración regional que facilite el desarrollo de sus capacidades.

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