El astro rey
En los albores del día, el astro rey asoma su mirada de soslayo. Con la timidez que lo podría hacer un niño ante un compromiso social de importancia. Multiplicando los días por los millones de años de su existencia, el resultado produce una sensación de total sumisión y respeto a su majestuoso reinado.
Qué podría relatarnos nuestro benefactor sobre la contemplación de los amaneceres en nuestro planeta a lo largo de millones de años. Seguro que, en relación con los desenlaces naturales, sería muy escueto y breve. Bueno, algún que otro coscorrón por el impacto de un meteorito; el resquebrajamiento o desplazamiento de la capa terrestre, o algunas congelaciones localizadas en distintas zonas, sí que podrían servir como un argumento más interesante y expositivo.
En lo que se refiere al concepto de vida que el ser humano ha definido, no lo creo de la misma opinión. Más bien nos considere en el mismo orden que nosotros lo hacemos con esos bichitos denominados (por poner un ejemplo) ácaros. Naturalmente que sabe de nuestra efímera existencia. Lo que ocurre es que, sus preocupaciones van mucho más allá de las insignificantes e intrascendentes trifulcas en las que el ser humano pueda estar inmerso.
El mismo cuidado que ponemos nosotros para salvarle la vida a un ácaro, será la que él ponga, para compartir nuestras cuestiones de supervivencia de tipo moral y social. Ninguno. No es este un rey de sangre azul, más bien de sangre caliente.
¡Dios salve al astro rey! Y por muchos años.
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