Un hospital es... lo que no se ve
Al hilo del discurso del presidente del Principado en el debate sobre el estado de la región sobre la inauguración del futuro edificio del Hospital Universitario Central de Asturias, prevista para el año 2014, y las expectativas puestas en él, pensaba yo en la diferencia que existe entre un Gran Hospital y un Hospital Grande.
En la lista de grandes hospitales de EE UU, este año el Massachusetts General Hospital de Boston ha sobrepasado por muy poco al John Hopkins de Baltimore. Su nivel de excelencia está acreditado a nivel asistencial, docente e investigador desde hace muchos años en ambos casos. Tecnológicamente están en primera línea de muchas innovaciones diagnósticas y terapéuticas. Su construcción no es muy moderna: 1821 para el Mass y 1889 para el John Hopkins. Se notan, evidentemente, las ampliaciones y remodelaciones que han tenido que realizar en espacio y funcionalidad para adaptarse a los nuevos criterios de confort y servicios, aunque perviven algunos residuos arquitectónicos centenarios.
Son grandes porque tienen excelentes profesionales sanitarios que trabajan en equipos donde el estándar de trabajo es excelente. Su motivación y su preparación están al margen de condiciones extrasanitarias. Su funcionamiento y su trabajo no van al albur del resultado de las próximas o pasadas elecciones a la Presidencia de EE UU o de sus estados respectivos, y los criterios de gestión son exclusivamente profesionales.
De nada sirve trasladar un hospital con un mal sistema de trabajo y personal hostigado, descontento y desmotivado, por excelente y voluntarioso que sea, a un edificio grande y moderno. Es como si una familia con conflictos se traslada a un piso nuevo y caro: los conflictos cambian de escenario; pero no de naturaleza.
Un hospital no es un edificio. Es lo que hay dentro. Es… lo que no se ve.
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