Abramos los ojos a nuestra mente
Nociones erróneas nos impiden ver la realidad tal cual, al considerar a esos grandes empresarios, dirigentes de corporaciones, banqueros o capitalistas, como ídolos a imitar, cuando en realidad son prejuicios. Bacon (1561 - 1626) clasifica a los individuos en cuatro tipos distintos:
Idola tribu, los que se dejan llevar por las pasiones, sin abandonar las opiniones erróneas.
Idola specus, contrario al anterior, son los que distorsionan el entorno causado por los hábitos, por el tipo de educación en sus deficiencias y no en su aspecto positivo.
Idola fori, los que interpretan contradictoriamente los términos usados por todos, como fortuna y democracia.
Idola theatri, los ídolos de ficción, entronizados por seguidores particulares.
Nosotros, los asalariados, dependemos de un sueldo, debiendo ser el salario producto de una jornada justa por su duración e intensidad, sin privar al asalariado de su fuerza de trabajo, ni de la capacidad de realizar la misma cantidad de trabajo al día siguiente, y este debe corresponder al producto de su trabajo, siendo remunerado por el Capital. El Capital no produce valor, el trabajo es la única fuente de riqueza; el Capital no es otra cosa que, producto acumulado de trabajo, y esto no es justo, porque el producto del trabajo del asalariado se lo queda el capitalista, el asalariado no recibe más de lo estrictamente necesario para la vida.
El producto del trabajo de quienes trabajan se va acumulando inevitablemente en manos de quienes no trabajan, convirtiéndose en una potentísima arma para la esclavización de los mismos que lo produjo, en esclavo de su propio producto, monopolizado por el capitalista.
Actuemos en consecuencia, no seamos parte de los Idola theatri, somos asalariados, y como asalariados nuestros seguidores somos nosotros mismos, todos en conjunto, debemos ser todos ídolos de todos, reclamando lo que nos corresponde, no estar en las nubes como los Idola tribu.
Los financieros apenas han soportado las consecuencias de sus desafueros, el poder del dinero nunca había sido tan grande, insolente, egoísta con todos, desde sus propios siervos hasta las más altas esferas del Estado. Los bancos, privatizados, se preocupan en primer lugar de sus dividendos y de los altísimos sueldos de sus dirigentes, pero no del interés general.
Abramos los ojos de nuestra mente, debemos de protestar exigiendo el bienestar social que poco a poco nos están arrebatando, a nosotros únicamente, pues los financieros, grandes empresarios, dirigentes de corporaciones, banqueros o capitalistas, lo tienen asegurado por su fortuna, exijamos a esos políticos, a quienes votamos, que represente a la ciudadanía, frente a las exigencias del Capital.
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