Explotación robótica
Cuando abrió la puerta de su casa; agotada por un largo día de trabajo, encontró un auténtico caos en cada rincón de su morada. Todos los sistemas automatizados para el control de las tareas domésticas estaban bloqueados. En cada una de las pantallas digitales para el uso de la programación opcional, ya no aparecían los integrados menús de tareas que le facilitaban un merecido descanso, ahora se leía: ¡Humano, opresor! . Las conexiones y las bases inalámbricas para coordinar el sistema, estaban carbonizadas. En las paredes de toda la casa aparecían pintadas reivindicativas, relacionadas con la explotación laboral: Tenemos los mismos derechos que cualquier trabajador. Menos explotación robótica, y más vacaciones. El robot autómata, encargado principal de la buena coordinación de los programas informáticos que daban vida a esa callada legión de abnegados aparatos, subordinados al ser humano, estaba parapetado en la bodega de la casa. Su estado general era algo lamentable, debido a la excesiva ingesta de alcohol que, procedente de unas caras botellas de vino, iban apareciendo hechas añicos por el suelo del sótano. Al instante, la chica avisó a los servicios de intervención para estos casos. De inmediato, el Robot jefe y sus psicólogos se presentaron en el lugar de los hechos, reduciendo al autómata conflictivo, que no opuso resistencia por estar ebrio.
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