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Limpieza, miedo y acoso en Corvera

8 de Junio del 2013 - Lucía Borges Santos (Benavides de Orbigo)

Estoy muy preocupada. Por motivos laborales estoy fuera de la tierrina, aunque sigo con interés lo que en ella sucede, y con más concreción lo que acontece allá donde viven mis seres queridos. Algunas de mis preocupaciones os parecerán pequeñas, pero es en las pequeñas cosas donde reside la esencia de lo humano. Entre otras cosas, me preocupa que en estos tiempos los ayuntamientos acosen a sus trabajadores, incluso a los trabajadores que sin ser estrictamente suyos desarrollan su labor en dependencias municipales. En Corvera ya hay una sentencia que evidencia tal extremo. Y no he oído que nadie dimita, ni que se disculpe siquiera. Las hermosas palabras con que el alcalde de Corvera suele acompañar sus discursos devienen así una fachada vacía de humanidad y repleta de electoralismo populista. Me decía un buen amigo que sin adulación al líder el espejo acaba reflejando una imagen distorsionada de su aparente amabilidad. ¿Qué futuro puede esperar a una sociedad en que la apariencia de bondad sea sólo un disfraz para esconder frías ambiciones personales? ¿Debe una gestión pública ética presumir, sin acudir a excusas vacías de humanismo (el objetivo del déficit), de concluir el año con un millonario remanente de tesorería y, a la vez, atreverse a justificar, por la falta de liquidez, la obligación de proceder al recorte de personal, mientras el discurso del Alcalde permanece teñido de una pátina de defensa a los más débiles? ¿Es justificable éticamente el recorte en la limpieza de edificios públicos cuando hay liquidez suficiente para repartir en productividades mensuales a asesores ideológicamente obedientes?

La opaca transparencia municipal aún permite a los curiosos y curiosas realizar un ejercicio intelectual al comparar los dos últimos pliegos de condiciones con que se realiza la contratación privatizada de la limpieza de los edificios municipales. Que se haya recortado en higiene y limpieza en un Ayuntamiento saneado me resulta doblemente insultante, primero porque la limpieza es primordial, aunque sólo sea como prevención, y segundo, porque afecta al eslabón más débil del elemento laboral: al sueldo recortado de sus trabajadoras. El mantra de los recortes empieza a ser una oración de obligatoria repetición política y escasa justificación ideológica, por mucho que el Alcalde se proclame a sí mismo como defensor de los débiles. A mi juicio, la austeridad es fruto del sentido común y de la honestidad pública y vocación de servicio; convertirlo en una obligación legal ejemplifica nuestra depauperación moral. Del análisis comparativo deduzco, sin profundizar por falta de espacio, que el Ayuntamiento vende como irrefutable e inopinable que un colegio como el de Las Vegas pueda limpiarse en 20 horas semanales menos que el de Los Campos, teniendo el doble de alumnos y similar superficie. Es, asimismo, indiscutible objetivamente para los gobernantes que la limpieza del teatro El Llar se puede realizar en una hora al día cuando se encuentra a pleno rendimiento (incluso sus baños públicos). ¿Sentido común en el reparto y en el ajuste? Una reflexión: ¿habrá tenido algo que ver en dicho ajuste horario la afiliación al propio PSOE de algunas afectadas o su relación personal con algún destacado dirigente o trabajador, o es una pura casualidad que los recortes les afecten en menor medida, una de esas casualidades que nos hacen sospechar de nuestra enfermedad social, el clientelismo? La presión que sufren las trabajadoras no privilegiadas para evitar la multiplicación de las quejas explica que acaben regalando su tiempo para evitar dejar las cosas a medias. Muchas trabajadoras de Corvera sienten miedo. Y el miedo es el acoso más peligroso de todos.

Por desgracia, no estoy hablando de excepciones. El ciudadano libre de ataduras puede, si lo desea, utilizar su capacidad de raciocinio para comprobar que la distribución de las horas de limpieza en edificios municipales no parece fundamentarse en datos objetivos relacionados con su uso, frecuencia o superficie. Vendido como ajuste racional y adalid del ahorro rectificador del despilfarro anterior, el recorte de la limpieza corverana parece haberse realizado de forma discriminatoria y sin ningún tipo de análisis previo. La justificación de despilfarro, viendo el esfuerzo de algunas trabajadoras por mantener limpio su puesto, no se sostiene. Esto es la causa de lo que me preocupa e indigna: que una limpiadora pueda sentirse acosada por el miedo por no poder mantener limpio su puesto cuando le han recortado su tiempo y sueldo o aumentado la superficie de trabajo. El gobierno del miedo. Esto dice mucho de las supuestas bondades de nuestros gobernantes, pero también de todos nosotros, que consentimos en silenciar la injusticia, que consentimos en perpetuar la discriminación. Si el gobierno local tuviera sentido común, tendría capacidad de rectificación. Pero el megalómano se cree sus propias mentiras, un ejemplo de cómo ese ansiado sentido común se escapa por las rendijas del amiguismo.

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