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Una primavera infernal

30 de Mayo del 2013 - Carlos Blanco Valle (Ribadesella)

¿Es normal que a las puertas de junio suframos este tiempo plenamente invernal en tierras asturianas?

Mi respuesta es que no es nada habitual, y por tanto este período primaveral puede calificarse de extraordinario, pero debo puntualizar que si hay precedentes.

Recuerdo alguna otra primavera con tiempo frío y lluvioso en las últimas dos décadas, aunque esta quizás es la más extrema en cuanto a anomalías térmicas negativas.

Las anomalías climáticas han ocurrido a lo largo de la historia y seguirán aconteciendo en el futuro.

Entre los factores naturales que en un momento dado pueden contribuir a reducir de forma significativa la temperatura destacan tres:

1. Las erupciones volcánicas

2. Los ciclos de actividad solar

3. Variaciones en las corrientes oceánicas

Analicemos una a una las posibles causas del actual enfriamiento.

En climatología, 1816 recibe el nombre de ''el año sin verano''.

El año anterior se produjo una gran erupción volcánica en Indonesia, la del volcán Tambora.

Se emitió a la atmósfera una gran cantidad de ceniza y aerosoles, que llegaron a la estratosfera y se fueron expandiendo alrededor del planeta.

Eso provocó un enfriamiento global en los años siguientes debido a la reducción de la luz solar que atravesaba la atmósfera y llegaba a la superficie terrestre.

En algunas áreas de Europa y EEUU nevó en pleno verano.

Dado que estos últimos dos años no ha ocurrido ninguna erupción volcánica de esta magnitud, podemos descartar esta causa como origen del tiempo inusual que sufrimos.

En el período que va de 1645 a 1715 la actividad solar, reflejada en las manchas solares, era sumamente baja.

Este período coincide con los años más crudos de la ''Pequeña Edad de Hielo'' y es conocido como Mínimo de Maunder.

Durante décadas los inviernos en Asturias, y en el resto de España, fueron gélidos y los veranos frescos.

El Ebro se heló varias veces y tanto en los Picos de Europa como en los Pirineos abundaban los glaciares.

Aunque en 2013 la actividad solar está resultando baja, no estamos inmersos aún en un mínimo y por tanto esta tampoco parece ser la causa.

Desde el Golfo de México hacia el Atlántico Norte, la Corriente Oceánica del Golfo transporta una enorme masa de agua cálida.

Gracias a eso, los inviernos en Europa Occidental son mucho más suaves que en el nordeste de Norteamérica a la misma latitud.

Al acercarse el verano, los anticiclones subtropicales entran en cuña en los países mediterráneos europeos y las borrascas asociadas al frente polar circulan por latitudes mucho más elevadas.

Sin embargo, si esa corriente del Golfo se frenara o ralentizara esos patrones climáticos cambiarían, y las temperaturas en Asturias bajarían varios grados de media.

Pues bien, durante el verano de 2012 la banquisa polar ártica sufrió el mayor deshielo desde que tenemos imágenes de satélite.

Su superficie quedó reducida a la mitad, y todo el hielo derretido se transformó en enormes bolsas de agua dulce y fría.

Al ir bajando de latitud por el Atlántico, estas bolsas de agua dulce pueden haber ralentizado ligeramente la corriente cálida del Golfo.

Al descender la temperatura de los mares y océanos que nos rodean, y al modificarse los flujos de calor entre los sistemas oceánico y atmosférico, también pueden haberse modificado temporalmente la configuración habitual de borrascas y anticiclones en el entorno de Europa.

A grandes rasgos, dónde suele haber altas presiones en primavera ahora se sitúan bajas presiones, y viceversa.

Un persistente anticiclón situado sobre el Atlántico es el causante directo de que el régimen de vientos predominante en Asturias, sea de norte/noroeste.

Vientos destemplados y que además vienen asociados a frentes de lluvias y nieves.

¿Cuándo se normalizará la situación?

Si atendemos a lo que indican los modelos estacionales, el verano será más fresco de lo habitual, pero ni mucho menos debemos esperar un verano como el de 1816.

Las entradas de aire cálido africano se alternarán probablemente con días frescos y con tormentas.

Hay una razón de peso que invita a pensar que no estamos asistiendo a un nuevo cambio climático hemisférico severo y si a un cambio temporal del régimen de vientos.

Mientras en Asturias no pasamos de 13ºC/14ºC, en Rusia o Escandinavia las máximas, favorecidos por vientos de componente sur, se acercan a 30ºC.

Probablemente sea a partir de mediados de agosto cuando el régimen de vientos cambie definitivamente, lleguen las temperaturas realmente veraniegas y el otoño sea también excepcional, pero en lo cálido.

Por lo pronto, los modelos numéricos indican que junio comenzará con una sensible mejoría de tiempo en Asturias y con un notable ascenso térmico a partir del día 3.

Es un tema interesante, complicado, que da pie al debate en la calle y a informaciones continuas en los medios de comunicación, pero considero que debe tratarse con normalidad y huir del sensacionalismo y las exageraciones.

Pero sin duda que estamos viviendo una primavera muy invernal.

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