La gran faena europea
Los partidos políticos nos ofrecen las listas de los mejores espadas que lidiarán los problemas del viejo continente en el Parlamento Europeo. No parece que todos ellos entiendan la faena a realizar de igual manera, por los improperios descalificadores que se interpelen. Aunque los trastos para triunfar vengan a ser para todos igual: un buen traje de luces; buen empaque; un amplio capote y una buena muleta; acompañados, cómo no, de una difícil unidad de destino europeo en ciernes (apostemos porque venga de cara) darán espectáculo durante el periodo que dura la legislatura.
Uno de los problemas principales radica en que, el público que debe valorar la faena no es muy entendido en las artes del pase de pecho, la verónica o el estoque. Y además, para decidir sí hay que concederles las orejas, el rabo, aplausos, bronca o pitos, el idioma no acompaña lo suficiente para su traducción en la cámara de los diputados; por lo que, difícilmente se darán por aludidos. Sí ustedes quieren, para rematar la faena, podemos denominar a las sedes europeas: la Maestranza de Bruselas o Estrasburgo. La verdad es que suena fatal. Malos augurios para una tarde triunfal y salida a hombros.
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