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Embarazada, sí, señor

28 de Enero del 2015 - Carolina Díaz-Espina (Oviedo)

Susana Díaz a sus 40 años, será madre este verano. La preocupación es si esto influirá en su decisión del adelanto electoral o agotará la legislatura. Se ha abierto así la caja de Pandora y todos los telediarios y diarios se han hecho eco de la buena nueva. Sin embargo, la estela de políticas que nos han puesto palos en la rueda de la conciliación y la maternidad es amplia. Los ejemplos más representativos en esta materia son Soraya Sáenz de Santamaría, que juro el cargó once días después de haber dado a luz, renunciando a su baja, y la exministra de Justicia y actual eurodiputada francesa Rashida Dati, que tardó cinco días en reincorporarse tras dar a luz. Por el contrario, Carme Chacón ejerció de ministra de Defensa embarazada, lo que trajo polémica aunque fue una muestra más de la capacidad de una mujer para desempeñar un alto cargo (valoraciones de su gestión aparte). Es legítimo renunciar a un derecho, pero en este caso la repercusión es mayor y las consecuencias peores, puesto que nos deja en una situación comprometida al resto, pudiendo parecer menos profesionales o poco responsables por agotar el período de baja, cuando otras ni lo empiezan (porque así lo quieren).

Si nos extraña tanto que una política se quede embarazada puede ser porque hay un tapón para que las mujeres no accedan a ciertos cargos o porque en realidad no hay un relevo generacional, y las mujeres postergan su carrera política hasta dejar a su prole criadita, o directamente renuncian a la maternidad. Es necesario más mujer y más maternidad en la esfera pública. Nunca se comentará la paternidad de un hombre en los términos en los que estamos escuchando con Susana. Es comprensible: ellos no engordan, ni paren, ni amamantan; pero las lecturas que estamos presenciando por los intereses partidistas debería hacer que más de un político se replantease las políticas en apoyo a la mujer, y se pusieran a trabajar en serio.

Ahora parece que los políticos se dan cuenta de lo que podría suponer una candidata o presidente embarazada para sus intenciones, o peor aun: el efecto que produciría ver la cara más íntima y maternal de una mujer ¡qué gran peligro para los adversarios! Porque los ciudadanos queremos a gente como nosotros, que tenga similares preocupaciones y que nos ayude a gestionarlas y paliarlas. Por una vez compartirán la preocupación de las mujeres ante la baja y los problemas que ocasiona muchas veces a las compañías por una nefasta red asistencial estatal, por unos horarios irracionales, por falta de guarderías cerca o en los propios centros de trabajo, por los costes de contratar a personal que supla a la madre que disfruta la baja y, así, un largo etcétera de injusticias. Las mujeres no queremos limosnas políticas, queremos compromiso social ya. Porque la exclusión laboral, económica y social es un hecho. Porque las mujeres nos jugamos mucho, pero la sociedad más. Porque el sistema necesita recursos humanos y el relevo generacional es un problema de Estado y un asunto de todos. Porque debemos ejercer los pocos derechos que tanto nos han costado conseguir con garantías (y estamos a años luz de países como Suecia o Noruega). Y porque el derecho inalienable a constituir una familia no debe ser soslayado por nada ni nadie, nunca.

Susana, tenemos esperanzas puestas en ti, esperemos que estés a la altura.

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