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Azote de cura y mandarines

14 de Febrero del 2015 - Juan Luis Suárez Granda (Oviedo)

El fingido periodista Gregorio Morán nos acaba de abrumar con un libro de 826 páginas, y en él, como suele, tira a dar contra gente famosa, entre ellos nuestro paisano el simpar Víctor García de la Concha. Antes lo hizo con Ortega, con Suárez y con un partido político, el PCE, en el que militó. El manuscrito de "El cura y los mandarines" fue vetado por editorial Planeta, que lo había contratado. Los periódicos dieron cumplida cuenta del suceso, por lo cual era esperable el éxito: tres ediciones en un mes, que no vendrán nada mal a las arcas de Ediciones Akal y, claro, del ínclito Morán. En medio de su aplastante despliegue de datos, obtenidos seguro en hemerotecas y cloacas, hay muchísimas mentiras, descalificaciones e infundios que, claro, se vuelven contra el tuerto arcabucero. Ha tardado diez años en escribirlo, dice él. ¿Uno en escribirlo y nueve en salpicarlo de insultos? Un capítulo importante lo dedica a Martín-Santos, autor de "Tiempo de silencio" (1962), en donde 34 páginas dicen banalidades, archisabidas desde hace 50 años. A estas alturas, Morán va y descubre el Mediterráneo, repitiendo lo que han dicho Cachero, Rey, Clotas, Rossanda, Spires, Labanyi, Gorrotxhategui, Benet, López Pacheco, Castilla del Pino, Sastre, Sobejano, Martín-Santos padre, Mainer, Pradera, Sanz Villanueva, Lázaro. Y hasta el abajo firmante. Hay también errores flagrantes, quizá debidos a que, según quien lo conoció en los años sesenta, no hizo el preuniversitario. Larra no escribió "Escribir es morir" (Pág. 766), sino "Escribir en España es morir". Y no es cierto que "por eso se suicidó", sino porque lo abandonó su amante, la actriz Dolores Armijo. No es lo mismo "segar la pación" que "cegar la pasión". M.-S. no empezó su carrera literaria a los 37 años, sino a los 23, con un libro de poemas, "Grana gris" (1947). Y encontramos también datos chuscos. "La palabra tiempo, en todas sus acepciones, remite a Luis Martín-Santos" (Pág. 165). ¿"Todas", Morán Suárez? Otra: la mención detallada de cuatro menús que ingirieron M.-S. y amigos. Uno: "Ensaladilla, pierna asada de cordero lechal, queso, flan, cognac y cigarros" (Pág. 182). ¿A qué hora encendieron los vegueros? ¿Fueron aquejados de aerofagia? Morán lo desconoce. Un servidor, entiendan el cabreo, respira por la herida. Por haber escrito, ¡en 1986!, que la biografía de M.-S. era "plana", Morán (Pág. 234) me llama "imbécil, patán y sicario de la literatura". El recuento de despropósitos levanta tres páginas menos -es un decir- de las 826 de que consta. Y la guinda: Morán es un solapado valedor de la pena de muerte. Por más que se trate de un torturador de etarras, sólo un miserable como él escribiría (Pág. 183): "...Ni siquiera con su muerte habrá pagado el volumen de sus crímenes".

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