A Carmen Ruiz-Tilve no le gusta que le toquen los pies
Se cumplen veinte años desde que la cronista oficial de Oviedo viene publicando en este mismo diario sus "Pliegos de cordel". De este modo, y a la vieja usanza de la pequeña literatura, todos los asturianos nos hemos hecho un poco más ricos con el alumbramiento de minuciosos capítulos locales, de los que tantas veces hemos echado mano, y capaces por sí solos de llenar nuestros viejos baúles. Muy agradecido por tanta generosidad, a la espera de su reanudación el próximo otoño.
Carmen Ruiz-Tilve, desde el sosiego de su júbilo académico, viene haciendo crecer el interés por las pequeñas cosas de nuestra ciudad, que, a lo largo del tiempo, conforman, en definitiva, nuestra gran historia y que en la pluma de esta cronista se agigantan por sí solos.
Pero por encima de todo a doña Carmen le ocurre como a mí. Es decir, que no le gusta que le toquen los pies. O lo que es lo mismo, que detesta que sus escritos sean pasto de los cortes o de los recortes, del aliño o del especiado. Suerte la de nuestra querida profesora, que es capaz de conseguirlo sin necesidad de desenvainar la espada. Sedientos nos quedamos, hasta septiembre.
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