Señor alcalde de Oviedo, eduque a sus policías
Y el título viene a colación porque en la madrugada que va del día 19 al 20 del presente mes, sobre las doce de la noche en plenas fiestas de San Mateo, mientras celebrábamos en una peña gastronómicas las mismas en compañía de unos cuantos amigos, la grúa municipal se llevó el coche de uno de los componentes de la mencionada reunión, dándose el caso que el propietario del vehículo retirado se trataba de una persona minusválida, que tiene una movilidad muy reducida y que necesita para su tránsito de la utilización y uso de las dos muletas.
Pues bien, hasta aquí no hay objeción alguna que hacer, entiendo que si el vehículo estaba mal aparcado (a pesar de tener la tarjeta de minusvalía puesta en el salpicadero del coche), la Policía está cumpliendo con su obligación.
Donde sí existe reproche que hacer es en lo que a continuación paso a exponer. El que suscribe, una vez retirado el vehículo, se prestó a llevar a este amigo minusválido al depósito de coches al objeto de pagar el servicio de grúa y consecuentemente retirarlo. Al llegar aparqué con mi vehículo al lado de la puerta de entrada de dicho depósito, con la idea de que mi amigo tuviera que desplazarse lo menos posible para poder pagar y retirar su coche y, una vez hubiera bajado, retirarme a esperarle. Pues bien, un energúmeno de policía (porque otro no puede ser el calificativo), que estaba –me imagino en el servicio de entrada– se dirige a mí de forma grotesca, sin el más mínimo atisbo de educación, de malos modos, a grito enfurecido, ensordecedor, exigiendo que de inmediato retirara el vehículo de allí. Haciéndole la observación de que llevaba una persona minusválida, que esperara un momento, que dicho señor tenía dificultades para salir del coche, ya que necesitaba el apoyo de las muletas, y que por favor esperara un momento que me retiraba en seguida en cuanto se hubiera bajado. El acaloramiento de dicho ¡servidor público! iba en aumento, dirigiéndose al que suscribe con improperios, sin cortesía de ningún tipo y falto de la más mínima educación y civismo, exigiéndome que retirara el vehículo de inmediato, para posteriormente amenazarme con denunciarme. Con educación, con respeto y cortesía trataba de razonar con él, explicándole la situación, pero no escuchaba. Con lo que, posteriormente, me pide el carné de identidad; yo con toda educación se lo facilito, y dicho policía en tono despectivo, chulesco y grotesco, me indica que estoy denunciado y que retire el coche, lo que así hago, una vez ha bajado el minusválido.
Quiero indicar, ante dicha situación, que yo también he sido servidor público, agente de la Guardia Civil de Tráfico durante muchos años, hasta que me tuve que jubilar por enfermedad, y jamás en toda mi carrera profesional traté con descortesía, con prepotencia y con chulería a ninguna persona denunciada, y es más, me consta que mis compañeros del Cuerpo tampoco; antes al contrario, a toda persona denunciada se la trató con respeto, cortesía y sobre todo con educación. Señor Alcalde, ponga orden y sobre todo eduque a su Policía en las normas más elementales de convivencia, educación y civismo, que energúmenos –desgraciadamente– ya tenemos unos cuantos en este país.
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