Carta impropia, contraria a los valores defendidos por cualquier persona de bien
"La vida y la muerte están en manos de la lengua", Libro de Proverbios (XVII:21)
La primera reacción después de la lectura de la carta publicada el pasado domingo, 15 de noviembre, dirigida a la dirección del periódico, con el título "Lo que el pueblo judío esconde y no quiere reconocer" fue de estupor. No entendía que el diario que usted dirige hubiera podido publicar una carta que enaltece y promueve el odio y la hostilidad hacia el colectivo judío.
Evidentemente, no voy a calificar al autor, que se describe a sí mismo leyendo el contenido de su carta.
Una vez pasada la sorpresa, observé que habían retirado la carta de su edición digital. Pero el daño ya había sido hecho.
Se cuenta una anécdota dentro del estudio de la maledicencia como algo impropio del comportamiento moral en la que un hombre acude al rabino buscando la manera de corregir el hecho de haber calumniado a varias personas, de lo cual estaba muy arrepentido. El rabino le ordenó cortar la punta de una almohada de plumas, caminar por las calles de la ciudad desparramándolas por doquier y volver a verlo cuando acabara. El hombre cumplió las instrucciones, sufriendo la burla de la gente, que no entendía su proceder. Al terminar, volvió al lugar donde estaba el rabino, el cual le dijo: "Ahora te corresponde recolectar todas las plumas". "¿Cómo es posible?", preguntó el hombre. "El viento las ha desparramado por todas partes...". A lo que el rabino contestó: "Entonces, ¿cómo pretendes deshacer el daño de tus palabras? Ya están desparramadas por todos lados…".
El Rey David, en Salmos, LXIV:4, compara las palabras con las flechas, ya que son similares: antes de lanzarlas, se es dueño de ellas; después de lanzarlas, son ellas las dueñas sobre uno.
Su periódico nunca se ha distinguido por ser judeófobo, lo cual es de agradecer especialmente en España, y la publicación de la nota ha sido un error, como usted ha reconocido públicamente.
Pero errores como el cometido contribuyen a alimentar la judeofobia por sus consideraciones abiertamente denigratorias hacia el colectivo judío.
Hemos charlado largamente y, por supuesto, he aceptado y agradecido sus disculpas. Permítame recordarle públicamente lo que le dije en nuestra conversación: los medios de comunicación tienen el poder de formar o deformar, de informar o manipular, y esto es la más alta responsabilidad de su trabajo.
Atentamente
Aída Oceransky
Comunidad Israelí del Principado de Asturias
Oviedo
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