El prestigio del árabe en la Universidad de Oviedo
Leo con estupor en este diario que «la Universidad de Oviedo baraja excluir el árabe de su nuevo plan docente». Se trata, según leo, de rebajar al Área de Estudios Árabes e Islámicos a mera asignatura optativa dentro de un minor de Intensificación, con lo que eso conlleva, y sin duda los responsables del desaguisado lo saben perfectamente, de pérdida de recursos, de alumnos, de capacidad docente y de proyección nacional e internacional de una de las áreas de Humanidades más brillantes de la Universidad ovetense. Quienes amamos el mundo árabe más allá de esa vacua «Alianza de Civilizaciones» de cartón piedra (que si fuera en serio debería empezar por asumir el liderazgo español en la resolución de nuestro problema árabe más próximo, el del Sáhara Occidental, en el que estos gobernantes no son mejores que los franquistas) creemos firmemente que cualquier acercamiento hacia el mundo árabe e islámico debe basarse en el conocimiento profundo de su lengua y cultura. Y resulta que no hay conocimiento profundo sin estudio, no hay estudio sin instituciones docentes y no hay instituciones sin personas capacitadas que las sustenten y les den vida.
Me resulta no sólo desalentador, sino muy irritante que los dirigentes de la Universidad de Oviedo, que aspira a ser una de las mejores de España (y para mí, licenciado en ella, sería un orgullo), se atrevan siquiera a pensar que se puede jibarizar un área que con una imbatible economía de medios (un solo profesor, Juan Carlos Villaverde Amieva) es capaz no sólo de atraer un número muy interesante de alumnos, sino de editar una revista filológica de prestigio mundial, «Aljamía», encontrar acomodo a sus doctorados en universidades extranjeras para la ampliación de estudios, atraer a los licenciados extranjeros a Oviedo, organizar seminarios internacionales, dar conferencias por universidades españolas y extranjeras y publicar libros de investigación, con dos magníficas colecciones editoriales en marcha. Además el profesor Villaverde, con su iniciativa personal en pro de la Universidad, ha logrado que a esta institución le haya sido cedido el legado de varios arabistas de referencia, entre ellos el de Álvaro Galmés, discípulo de Menéndez Pidal y de García Gómez, con lo que se establece un hilo conductor privilegiado entre aquellos formidables filólogos con los actuales docentes de Oviedo. Pero si la Universidad ovetense consuma la aberración de laminar estos estudios y a este profesor, dilapidará tontamente el capital intelectual de Juan Carlos Villaverde y perderá la oportunidad de consolidarse como el centro de referencia internacional que ya está logrando ser. Asturias y su principal institución académica no se merecen semejante despropósito. ¿O sí?
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