Redes de seguridad inseguras
En la construcción de nuevos edificios y en las intervenciones que se producen en los existentes es necesario utilizar redes de seguridad, de diferentes tipos, y bandejas de protección. Las redes de seguridad se utilizan para impedir, o limitar, la caída de personas u objetos y, por su capacidad de grandes deformaciones plásticas, presentan la ventaja de amortiguar la caída de las personas. Las bandejas de protección se emplean para proteger a los transeúntes de las vías públicas de la eventual caída de objetos por las fachadas de las edificaciones durante su construcción o reforma y deben diseñarse tanto para no ser atravesadas como para que el impacto de los objetos en su caída sobre las mismas no provoque deformaciones que invadan la zona de paso de aquellos, poniendo con ello en peligro su integridad física.
Sin embargo, desde hace algunos años, cuando es necesario proteger temporalmente a los transeúntes que circulan por las aceras de la caída de materiales desde los edificios, ya no es habitual instalar bandejas de protección, sino que, generalmente, se recurre a la colocación de simples redes, de traza y material diversos, apoyadas directamente sobre soportes metálicos rectos, inclinados levemente hacia el interior de la red y soldados a una placa que se atornilla a la fachada del edificio. Estas protecciones sólo tienen cierto parecido con las redes de seguridad tipo T de utilización horizontal, apoyadas sobre largueros que se acoplan a soportes anclados al edificio (UNE-EN 1263-1), pero en modo alguno cumplen con las exigencias y diseño prescritos para éstas últimas, ya que el ensayo al que son sometidas las redes para poder utilizarlas consiste en dejar caer en dos ocasiones sucesivas sobre el centro de la red, y desde una altura de siete metros, una esfera de acero de 100 kilos de peso. Este mismo ensayo debe repetirse en dos ocasiones sobre la red situada en la vertical de los soportes, con los que la red no podrá entrar en contacto tras deformarse. Y es evidente que los ensayos descritos no serían superados por la mayoría de las redes que se instalan en nuestras ciudades para proteger a los transeúntes.
Por lo tanto, no debe extrañar que a muchos ciudadanos les resulte sorprendente observar cómo en numerosos edificios de nuestras ciudades, en los que ha sido necesario adoptar medidas de seguridad para proteger temporalmente a los transeúntes que circulan por las aceras de la caída al vacío de materiales de sus fachadas, no se instalen bandejas de protección y, por el contrario, se recurra al empleo de simples redes cuya seguridad es muy dudosa. Pero resulta más sorprendente conocer que muchas de las redes instaladas cuentan con el aval de una certificación técnica que garantiza su seguridad y con el visto bueno de las administraciones locales.
Ante esta situación, es urgente y necesario exigir mayor rigor y prudencia a quienes intervienen en los asuntos relativos a la seguridad de los peatones en las ciudades, a quienes con su firma garantizan y certifican las condiciones de seguridad de los medios de protección y a quienes, desde los ayuntamientos, tienen la obligación y el deber de examinar e informar del contenido y la bondad de las soluciones de protección que se proponen. Comportándose de este modo, todos podremos estar más protegidos.
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