Nuestra Historia

1 de Julio del 2016 - Jaime Díaz Espina (Gijón)

Nuestra Historia nos ha enseñado a lo largo de las últimas décadas que la libertad es un principio inalienable de la condición humana que el hombre busca desesperadamente alcanzar. Es éste el principio que ha inspirado acciones tan grandiosas como la Transición, un proceso en el que un espíritu de unidad, fraternidad y reconciliación envolvió corazones y mentes llevándolas a acometer la ardua tarea de traer la libertad a España. Fue una lección de democracia, parlamentarismo y regeneración que dejó admirado a todo el mundo, desde Oriente hasta Occidente. En el pasado, los españoles conocieron y sufrieron las represiones, persecuciones y mortalidad generadas por una falsa república, una cruenta guerra y una dictadura militar enfocadas sólo a dar libertad a unos a costa de otros. Durante casi 50 años los españoles se persiguieron y se mataron entre sí por culpa de sus creencias, pensamientos y filosofías. Todo parecía estar perdido; sin embargo, la Historia les brindó una nueva oportunidad de hacer posible el deseo de libertad, justicia e igualdad. El Rey decidió devolver al pueblo la confianza y permitirle ser dueño de su propio devenir. Sentados a la mesa, los españoles olvidaron, perdonaron y ratificaron unánimes la libertad para todos, dando lugar a un proceso que garantizó que el Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no desapareciera jamás de España. Para llegar a realizar esta perfecta e inmaculada idea, la sangre, el sudor y las lágrimas de muchos tuvieron que ser derramadas antaño para la vergüenza y tristeza de toda la nación. Pero gracias al sacrificio de todos y cada uno de ellos, España entera se concienció del coste de la libertad. Y pudieron resurgir del olvido la fraternidad, la unidad, el respeto y el amor, frutos de la reconciliación de toda una nación.

Hoy nuestra nación está al borde del colapso y la libertad pende de un hilo. Nuestros gobernantes han olvidado nuestra Historia o, para nuestra desgracia, intentan cambiarla. Las viejas heridas que ninguno tuvimos que sufrir porque ninguno vivimos afloran en nuestros corazones por culpa de la avaricia, el ansia de poder y el odio que nuestros gobernantes se profesan mutuamente. Nacidos unos en la dictadura y otros en el aristotélico sueño de la democracia, no se entienden y ni hacen esfuerzo por entenderse, mientras el pueblo paga las consecuencias. Una vez más, la Historia nos pone a prueba y busca hombres capaces de proteger la delicada libertad de la que gozamos frente a la dictadura del silencio, del miedo, del misticismo y la tiranía que intentan imponer nuestros políticos. ¿Qué responderemos mañana cuando nuestros hijos y nietos pregunten dónde estabais cuando la libertad, la democracia, la unidad y la fraternidad estaban siendo destruidas por la avaricia, las ansias de poder, el egoísmo y el odio? Sería muy triste que tuviésemos que agachar la cabeza por vergüenza al habernos quedado callados e impasibles ante su estrepitosa caída.

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