Desmemoria histórica
Juro que no iba a entrar en lo que parece ser la serpiente de verano en Oviedo, que si quitamos calles a unos para poner otros, que si quitan los títulos de invicta y mártir al escudo de la ciudad...
No se quiénes son las personalidades o historiadores que llevan el peso del estudio sobre cuál es la calle elegida. Yo, como profano, propongo que si se lleva a cabo el cambio de nombre de las calles, primero lo siento por los comerciantes que están ubicados en esas calles (eso lleva unos gastos con los que tendrán que cargar), y, segundo, propongo llevar la memoria histórica hasta el límite, y tiremos todos los edificios que se realizaron después de la guerra utilizando la ley de regiones devastadas, como el edificio de San Roque, de 147 viviendas y 17 locales. Debemos destruir el barrio de San Lázaro, destruir los accesos y la iglesia del Cristo, por supuesto, la torre de la Catedral, el Campoamor, etcétera, y siendo un poco ambiciosos, aunque estén fuera de Oviedo, destruir por completo en unos casos y en otros casi, pueblos que en su momento fueron acogidos como adoptados: Tarna, Pendones, Las Regueras, Nava, Campo de Caso, Cangas de Onís.
Por supuesto, hay que acabar y derruir la Universidad Laboral de Gijón, que fue construida por ese falangista llamado Girón, y, si queremos ser un poco más estrictos, aunque fuera un golpe de Estado contra la República, en 1934. Pero, bueno, si se quiere se puede dinamitar la Cámara Santa, quemar la Universidad, el Campoamor, las bibliotecas de Oviedo, varios palacios, el instituto, etcétera.
No voy a ser yo, profano, el que indique a los historiadores todo lo construido por los fascistas durante 40 años. Ellos lo sabrán mejor que yo. Lo que sí es cierto es que cambiar el nombre de unas calles no será suficiente para borrar de la memoria los años terror vividos por todos los asturianos y ovetenses en particular. O todo o nada. Creo que sería de fariseos hacer distingos, esto sí, esto no... O todo o nada.
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