El mensaje de Fátima hoy
Recién terminado el Año de la Misericordia donde los fieles cristianos hemos visto y palpado muy de cerca la misericordia del Creador con sus criaturas, a la vez que experimentamos ese amor tan grande que una y mil veces nos dice “venid a mi”, comenzamos el centenario de las apariciones de la Santísima Virgen María en Cova de Iría.
Pese a que pueda sonar a teología anterior al Vaticano II, nunca más cerca de la realidad y más actual, ese grito del cielo que rogaba oración y penitencia ante un desastre antropológico. Entonces fue el anuncio de dos guerras mundiales y un ateísmo teórico entre otros. Hoyes una secularización dentro y fuera de la propia Iglesia, un ateísmo práctico, y una tolerancia exacerbada ante graves errores del ser humano. Así pues, releamos las palabras del ángel a los pequeños pastores portugueses de “velad y orad por aquellos que no oran y no adoran” las cuales tienen más significado aunque hayan pasado ya cien años de la visita Mariana.
En este siglo nuestro país y el mundo entero han cambiado radicalmente. Para bien y para mal. Los transportes, la informática y otras tecnologías, avances en los derechos de la mujer, de colectivos desfavorecidos y duramente tratados durante siglos, caídas de fronteras y barreras, etcétera... que suponen grandes logros, se contraponen con un laxismo de nuestros ojos ya acostumbrados a miserias, abusos y crímenes que entran a diario a los hogares, dándolos por “normales”. La disolución de la familia, núcleo inicial de educación moral y religiosa, o la legitimación de muerte asistida en el inicio de la vida o en su [m, nos hacen preguntarnos con la responsabilidad que nos da la fe, ¿hacia dónde caminamos?
Un mundo mejor es posible, pero no llegaremos a él sólo desde un consenso mayoritario. Con la opinión de la mayoría se ejecutó al redentor del mundo. Debemos empaparnos de la misericordia experimentada en este año 2016 y con los ojos puestos en el gran centenario de Fátima, unir nuestras manos en oración y súplica en primer lugar. El cambio de la colectividad presupone el cambio individual, y sólo es posible desde la oración confiada, humilde, misericordiosa y piadosa del ser humano.
Aprovechemos esta oportunidad que se nos brinda desde Fátima para releer y revivir en primera persona la historia, su historia. El testimonio vivido de aquellos sencillos pastorcitos que supieron pese a su corta edad ser testigos y anunciadores del mensaje de conversión al mundo entero, no pertenece al pasado, sino que es un presente de lo más actual.
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