La vida, la sociedad, la relatividad
Nadie ha pedido nacer. Nadie ha elegido el día. Nadie buscó el lugar. Nadie seleccionó los padres.
Como consecuencia, la sociedad generada bajo todos esos parámetros es una sociedad llena de relativismos.
Todas las realidades personales y sociales estarán siempre impregnadas por los famosos cómo, cuándo, dónde.
Estos sencillos principios hacen incomprensibles e inadmisibles los absolutismos, los axiomas, los fundamentalismos, las políticas dogmáticas, los cordones sanitarios...
La política, la auténtica polis no la geopolítica de intereses gremiales, con la vida en la mano, con los individuos resituados y con los condicionamientos de las circunstancias personales y sociales nunca puede convertirse en un DOGMA, ni hacer una sociedad donde la negación de lo otro se convierta en DOGMA.
La relatividad generada por los principios indicados es el fiel reflejo de la escala de colores y de la escala de grises.
Ni todo es rojo, ni todo es verde, ni todo es azul pero... todo y todos llevamos parte de rojo, parte de verde y parte de azul, recreados en una difuminada escala de grises que enriquece el maravillosos arco iris de la concordia y de la relatividad.
Hoy día, viejos nubarrones, abarrotados de ideologías absolutistas, negadoras de los miles de matices que adornan una sociedad formada por millones de seres que no exigieron la vida, ni el día para nacer ni el lugar donde crecer... Hoy día, viejos nubarrones de idiosincrasias ególatras, de sangre de reyezuelos tiranos, predicadores de su única verdad intentan avanzar y rodear el Congreso de todos...
Los políticos, los auténticos, deberían acudir a las escuelas de artes y de oficios para ver y palpar la maravillosa multitud de colores y de grises que dan vida a las mejores obras de arte y cultura que forman las sociedades multi... multi... multi...
A la salida de esas escuelas, en su blog modernista o en su twitter social, deberían escribir: Nos equivocamos. La sociedad sois vosotros y ellos y nosotros... Sin estrellas de David, ni señuelos doctrinales, ni cordones sanitarios... una sociedad con espejos retrovisores para ver siempre a los que vienen y a los que van como acompañantes en el maravilloso y exclusivo camino de la relatividad.
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