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Urgencias del HUCA, ¿caos o utopía?

18 de Febrero del 2017 - Emilio López Gómez (Grado)

Recientemente tuve la oportunidad de departir con el director de Urgencias del HUCA, a raíz de un escrito que dirigí al gerente del citado centro sanitario sobre ese servicio del hospital que gestiona.

En la entrevista, en un ámbito intencionadamente informal, comuniqué al responsable de un servicio tan esencial para el buen funcionamiento general del centro hospitalario como es Urgencias de las deficiencias y carencias, que son muchas, que detecté en dos visitas recientes, los días 6 y 20 de enero del presente año, al mencionado departamento.

Mi lamento era, en la primera, por inoperancia del facultativo que atendió, poco y mal, a la paciente y en la segunda por que el doctor responsable sometió a la paciente y a su familia a una tortura innecesaria.

El primero, que no se dignó a informar en ningún momento a la familia, a pesar de las múltiples oportunidades en que se solicitó, emitió un informe lleno de falsedades, inexactitudes y errores. Aprovechando la entrevista le hice entrega al responsable de una copia en la que se destacaban los defectos.

El segundo modificó su decisión respecto a la enferma hasta en cinco ocasiones, comunicó el alta en cuatro ocasiones y en otras tantas se retractó. Después de dos días, cuarenta y ocho horas, en observación, informa a la familia que se ajustará medicación y se podrá ir a casa. Pero poco después decide que sea revisada por el neumólogo de guardia. Este no ve motivos para que permanezca ingresada y volvemos a la casilla de partida: el alta. Pero no conforme quiere que sea reconocida por Medicina Interna: tres facultativos de este servicio consideran que puede irse a casa con modificaciones en las dosis de los fármacos. ¿Alta definitiva? No, decide que antes de irse para casa hay que hacer una nueva analítica. Otra espera y con los resultados y acompañado de otra doctora comunica, esta vez sí, que se puede ir. Por fin, cuando la paciente ya está vestida y a espera del pertinente informe, la misma doctora que cinco minutos antes decidió que se fuera cambia también de decisión, amparándose en un supuesto nuevo parámetro y hay que hospitalizar. Este proceso duró desde las 15.45 horas hasta las 20.30. Insisto, esto ocurre después de que la paciente llevara cuarenta y ocho horas en Urgencias en observación.

No es solamente la desconsideración hacia los enfermos, es la total falta de empatía. No hay información o ésta es deficiente, es evidente que si la paciente requirió casi veinte días para poder irse a casa en la segunda ocasión que visita Urgencias no fue por un empeoramiento repentino desde el día 6. Si se comparan los resultados de las analíticas de los informes, la mayoría de los parámetros eran similares, ¿cómo, entonces, puede diagnosticar infección urinaria el primero y total falta de iones el segundo?

Pero si es llamativo y sorprendente que el director de Urgencias desconociera que lamentables situaciones como éstas se produjeran en su servicio, más curioso resultó que no se mostrase extrañado, incluso que le pareciera normal dado el volumen de casos que atienden diariamente. Su asombro era porque se recibiese un escrito con todos estos detalles, concretamente afirmó: No recibo cartas como ésta todos los días. Está claro que el citado responsable no es consciente de que el español es más de criticar en el bar que de quejarse por escrito donde proceda.

Le hago ver que sólo me anima un intento de mejorar la atención que se presta a los pacientes y exigir que un servicio básico como es la sanidad cumpla los requisitos mínimos de calidad. Advierto que si él no está convencido de que hay muchas carencias y deficiencias en el departamento a su cargo, difícilmente se van a corregir. Su respuesta es que son apreciaciones personales.

Le intento hacer comprender que dispone de una plantilla en su mayoría desmotivada, harta de instrucciones, órdenes y cambios que no entiende y que muchas veces juzga erróneas e innecesarias, por ello no se implica, no se involucra en un servicio que en ocasiones se torna caótico. Le comento que no son los recortes ni la reducción de la plantilla lo que ocasiona ineficiencia en la labor del personal, el problema es endógeno y la solución tiene que partir de los responsables.

Finaliza la cordial entrevista con una sugerencia: sal del despacho, visita anónimamente la sala de espera de tu servicio y observa y escucha lo que los familiares y pacientes comentan. Te aseguro que sacarás conclusiones que te podrán ser muy positivas.

Soy escéptico, pienso que el único interés que motivó la reunión fue un intento de disculpar, cuando no justificar, el comportamiento a todas luces negligente, torpe e inepto de sus subordinados.

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