Sobre encierros y manifestódromos

El pasado 10 de marzo desayunaba con la noticia aparecida en varios medios de comunicación asturianos en la que el portavoz del Partido Popular en el Ayuntamiento de Castrillón criticaba a la alcaldesa de este municipio de ser la responsable de ofertar y permitir a los huelguistas de la educación encerrarse en el Ayuntamiento, así como del peligro de convertir la casa de todos (personalmente también me gustaría que fuese de todas, no es bonito dejar fuera de la institución a la mitad de la ciudadanía de Castrillón) en un manifestódromo. Y terminaba el señor Quiñones demandando menos demagogia y sectarismo y más rigor y ecuanimidad. Totalmente de acuerdo con usted en esto último, señor Quiñones, y, tomando su sabio consejo como guía de mi argumentación, me gustaría hacerle, como participante en dicho encierro, algunas aclaraciones y puntualizaciones sobre su declaración a la prensa.

Ante todo, puedo afirmarle con todo rigor que en ningún momento la alcaldesa de Castrillón, Yasmina Triguero, vino a ofertarnos la Casa Consistorial para que nos encerrásemos en ella, sino que he sido yo personalmente, en nombre de los miembros de la comunidad educativa del IES Isla de la Deva que habíamos decidido llevar a cabo un encierro, quien hice la petición ante los problemas surgidos a la hora de hacerlo en nuestro centro educativo. Y lo hicimos, señor Quiñones, porque, al igual que usted, pensamos que el Ayuntamiento es la casa de todos y de todas, y que la labor de nuestros representantes es mandar, sí, pero obedeciendo la soberanía popular. Y a la hora de echar cuentas, pues resulta que una clara mayoría de los representantes de nuestro municipio apoyan nuestras reivindicaciones y movilizaciones.

Y ya que los menciono, quiero agradecerles la ayuda, el calor y el cariño que nos mostraron en todo momento. Gracias, Eva, Garrido, Montse, Raquel, Roberto, Tirador, por ayudarnos con nuestras pancartas; gracias, Soraya, por invitarnos a asistir a la lectura del manifiesto del 8 de marzo; gracias, Cabrales, Mar, Montes, Sabino, Yasmina, por vuestras visitas, y gracias de nuevo, Yasmina, por abrirnos las puertas de nuestro Ayuntamiento. Y, por supuesto, gracias a las trabajadoras de la limpieza por su infinita paciencia mientras les ocupábamos parte del hall para hacer nuestras pancartas; a la Policía Local, que nos acompañó estoicamente durante toda la noche, y a los trabajadores y trabajadoras que al llegar a su puesto de trabajo se encontraron con 46 inesperados inquilinos y cierto olor a churros caseros recién hechos con los que Montse nos dio un inesperado y dulce despertar que logró que saliéramos de nuestros sacos en tiempo récord. Sin olvidar, por supuesto, a todas las personas que nos acompañasteis y arropasteis hasta el momento de comenzar nuestro encierro.

También me gustaría pedir disculpas a todas aquellas personas que, al igual que usted, les haya molestado nuestra presencia en el Consistorio. Le aseguro que, de haber tenido más y mejores medios, hubiésemos llevado a cabo otro tipo de iniciativas menos molestas, pero nuestro presupuesto no daba para otra cosa. Sinceramente, debo confesarle que no pensamos en ustedes a la hora de pedir ayuda. Personalmente, no creía que a un grupo de estudiantes, profesorado y familias de la escuela pública de Piedras Blancas le dieran la importancia que sí dan a otras organizaciones, como a la tan democrática Fundación Francisco Franco, esa a la que su partido financió con 150.000 euracos de nada, ni tampoco creo que nos considerasen de utilidad pública, como a la plataforma Hazte Oír, cuyos ingresos aumentaron un 69% gracias a esa generosa ayuda que también reciben de ustedes y que les permitió fletar ese autobús tránsfobo con el que recorrer diversas ciudades españoles con un mensaje de odio y discriminación.

¡Lo que daríamos por disponer de un autobús parecido y recorrer media España explicando nuestras reivindicaciones! Eso sí, sería un autobús bastante más diferente y mucho más divertido. Lo forraríamos con la bandera lila y la multicolor y lo llenaríamos de palabras como igualdad, equidad, derechos, justicia, respeto, compromiso, amor, toda esta serie de palabras que aparecían en aquella peligrosísima asignatura que ustedes tanto temían y que les faltó tiempo para eliminarla una vez llegaron al Gobierno y que se llamaba Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos.

Pero, si le soy sincero, no nos importó. Nos rascamos nuestros bolsillos, pusimos dos eurazos por cabeza y no se puede imaginar para todo lo que dio semejante presupuesto: dos pancartas, una suculenta cena a base de gusanitos y pizzas, partidas de cartas, películas, amistad a raudales, risas en abundancia, solidaridad a paletadas y amor, ternura y complicidad hasta por doquier. Eso sí, al final no nos quedó ni un miserable céntimo para nuestra caja B.

No quisiera terminar esta carta sin invitarle, de todo corazón, a nuestro próximo encierro, allá donde tenga lugar. Estoy convencido de que al día siguiente tendrá una opinión muy diferente a la que ahora parece tener y, sobre todo, le puedo asegurar que se levantará usted con mucha más alegría y mucho mejor humor que el que usted parecía tener en el momento de sus declaraciones a la prensa.

Atentamente,

Manuel García-Morán Escobedo, profesor del IES Isla de la Deva de Piedras Blancas