Sufrimiento animal ¿fiesta o tortura?
En nuestro entorno actual, sobre todo entre las jóvenes generaciones, es común el grito unánime en contra de la tortura animal. Es triste que nuestro país, tan avanzado en algunas costumbres a nivel europeo (al nivel de otros países como Francia o Inglaterra), en otros aspectos peque de miserable, como por ejemplo esas costumbres ancestrales venidas de no se sabe dónde en las que se mata y tortura a los animales para recreación del espectador, a menudo ávido de sangre, lo que da así una muestra de lo que podría hacer con sus congéneres humanos si así actúa con los animales... dejemos vía libre a la imaginación.
Tomemos como ejemplo el tristemente famoso caso del Toro de la Vega, donde el pobre animal es alanceado hasta la muerte. Hay gente que se recrea en el sufrimiento de los seres vivos como forma preferente de entretenimiento: se arrebata la vida del animal y a la vez se le hace sufrir una muerte horrorosa y lenta. Éste es el carácter de algunos de nuestros nacionales, ¡qué triste y vergonzoso!
Gracias a Dios todavía hay gentes de buen corazón que se unen en la defensa del bienestar del animal, como se ha visto con la buena de “Margarita”, vaca condenada que ha visto como una multitud de más de 165.000 almas se unen para pedir su absolución; que cuenten con mi apoyo.
Quizás nuestros políticos se deberían plantear un endurecimiento de las leyes más acorde a los nuevos tiempos y a las costumbres de las nuevas generaciones. Afortunadamente, en la parte norte del país, más cercana a las costumbres europeas, ya no hay “fiesta”... apenas hay corridas y con el paso del tiempo es seguro que acabará desapareciendo la fiesta taurina, tan en boga en otros tiempos y épocas.
Si queremos mantener tradiciones sanas, acojámonos a la bendición de animales de San Antón y a las enseñanzas de San Francisco, santo entre los santos defensores de los animales, y dejemos en sus guetos a todos aquellos que hacen sufrir por diversión al toro, pareja de la pobre vaca que tantos chuletones y placeres gastronómicos nos facilita, además de la bendición que suponen la leche y el buen queso.
Un saludo y que les haga meditar.
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