La sopa boba
El mapa ya no es lo que era. Qué fue de los vastos territorios de la Unión Soviética y de la China de Mao, donde, con la revolución triunfante, ataban los perros con longaniza. La longaniza se la comieron los perros: los capitostes del régimen se reciclaron en potentados del “kapital” o en “kapos” de mafia. El Muro de Berlín se vino abajo porque los de Berlín Este querían dar una vuelta por el Berlín Occidental y entrar y salir por la puerta de Brandeburgo como Pedro por su casa.
De aquella Atlántida de la justicia y la fraternidad universal quedan cuatro islotes: Corea del Norte y Vietnam en Asia, Cuba y Venezuela en América. En Corea, Kim Jong-un no está muy por la inmigración y por los refugiados; en Vietnam estuvo de vacaciones Fonseca, el Polesu, y volvió diciendo que “los vietnamitas trabajan como vietnamitas”. Información sólida y pertinente, aunque, a primera vista, no se perciba la aplicación inmediata.
Pero Vietnam queda un poco fuera de mano. Así que, a la hora de la verdad, a los comunistas que quedan sólo les queda Cuba y Venezuela, y es lógico que defiendan con uñas y dientes lo que les queda. Con la fe del carbonero. Quién dijo que la fe es creer lo que no vimos. La fe de estos militantes consiste en negar lo que están viendo: niegan que en Venezuela falte hasta el papel para limpiárselo. Y defienden lo indefendible: que se encarcele a los opositores y se mate a los manifestantes (recuerden el pifostio que le montaron en la Pola al padre de Leopoldo López).
Los medios occidentales, masivamente sometidos al imperialismo, nos meten a “Venezuela hasta en la sopa”, se duele en LA NUEVA ESPAÑA del pasado día 7 J. L. Vallina Aritnavarreta desde Los Corros, en Siero. Desde Siero también el infatigable Arjona celebra el “indubitable liderazgo de Fidel, que perdura y perdurará a prueba de ataques de gente (de) baja moral y ninguna ética” (LNE, 28-11-16), y pondera el Estado del bienestar cubano, basado en “la libreta” de racionamiento que garantiza cinco huevos y medio kilo de pollo al mes per cápita.
Si Arjona viviese en el paraíso comunista, disfrutaría de un huevo y cien gramos de pollo por semana y aún le sobraría un huevo y cien gramos de pollo al mes para invitar a algún amigo socialdemócrata de La Fresneda. Como gime bajo la explotación capitalista, ha de buscarse a duras penas los medios de subsistencia en el supermercado. Cuando los comunistas de la Pola viajan a Madrid, se alojan en el Ritz. Como los hijos de Maduro. Tontinos. Pero por qué este tipo de boniatos abundan más en el patatal de la Pola que en otros terrenos. ¿Será el agua? ¿O el cambio climático?
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