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El Xiringüelo y la incompatibilidad generacinal

16 de Agosto del 2017 - Manuel DIAZ ESTRADA (Forcinas-Pravia)

Hace unos dias se celebró un año mas en el prau Salcedo, en Pravia, el tradicional y ya mítico Xiringüelo, la fiesta mas multitudinaria, tras la de las piraguas Ribadesella, de cuantas se celebran en Asturias. En esta edición, la folixa xiringüelera praviana ha vuelto a estar envuelta en la polémica; la difusión de un vídeo de carácter sexual por las redes sociales y la carga que los antidisturbios tuvieron que realizar para dispersar la trifulca que un reducido grupo de jóvenes protagonizaron en el bar de la fiesta, fueron los dos aspectos negativos de una fiesta que ya tiene 70 años de existencia.

Sobre el Xiringüelo pasado han corrido ríos de tinta; y hasta las TV a nivel nacional, tuvieron espacios para dedicárselos a la gran fiesta praviana. Hoy, a través de este comentario, no pretendo echar mas leña al fuego, ni tampoco crear mas polémica que la ya suscitada días atrás; pero si me gustaría exponer unas reflexiones sobre el fenómeno que en los últimos años se vienen produciendo en las grandes romerías asturianas. En mi opinión, todo esto tiene su origen en un problema sociológico; es decir, en un cambio generacional. Todos sabemos, porque los medios de comunicación nos bombardean sobre ello continuamente, los graves problemas que nuestros adolescentes crean en un porcentaje cada vez más elevado en el seno de las familias españolas: maltrato y agresiones de hijos a padres, denuncias de menores contra sus progenitores por temas tan surrealistas como que estos les hayan retirado el móvil para que el joven estudie. Algunas madres lloran muchas veces desconsoladas, impotentes ante las cámaras de TV, denunciando ser víctimas de los malos tratos de sus hijos; sociólogos, educadores y psicólogos alertan del cada vez mas frecuente deterioro que existe entre las relaciones de padres e hijos.

Si trasladamos esta realidad, cierta, a la fiesta del Xiringüelo y al resto de las grandes romerías asturianas, nos daremos cuenta que es imposible que dos generaciones, incluso en algunos casos tres, puedan convivir en armonía en una misma fiesta. ¿Triste y lamentable?, sin duda, pero tan cierto como la vida misma.

Me gustaría tocar el tema de los miembros de la Cofradía, los cuales merecen el aplauso y la admiración de todos los pravianos por su interés en salvar la fiesta y devolverle, dentro de lo posible, sus raíces de fiesta familiar. La mayoría de estas personas , que hoy han traspasado ya los 50 años, es decir, muchos de ellos ya son padres, incluso hasta puede que algunos abuelos; pues bien, todos ellos cuando tenían 18 - 20 años asistían al Xiringüelo; seguro que se pillaban las grandes borracheras; pero estoy convencido que ninguno de ellos, absolutamente ninguno, llegó nunca en sus muchos años de xiringueleros a comportarse con la violencia salvaje e irracional que lo hicieron los jóvenes que protagonizaron el amotinamiento en el bar este año, con la consiguiente carga policial.

No debemos olvidar que un porcentaje muy elevado, nos atreveríamos a decir que un 60 por ciento de los jóvenes que asisten al Xiringüel,o son menores de edad, muchos incluso suelen tener su primera experiencia con el alcohol en esta fiesta. Todas estas circunstancias juntas: miles de personas muy jóvenes, alcohol en abundancia, mezclado en muchos casos con otras sustancias, hacen que las reacciones de estas multitudes de adolescentes sean imprevisibles y muy difíciles de controlar, desde el punto de vista tanto de su propia seguridad como la del resto de los demás romeros. Asimismo, a nadie se le escapa que hoy la mayoría de nuestra juventud, por desgracia, carece de unos valores de educación y de respeto que podemos observar en la vida cotidiana. Cabría preguntarse: ¿son los jóvenes de hoy día los responsables de ser como son?, rotundamente no; los responsables son sus padres, pues desde niños en el seno familiar les ha faltado la inculcación del respeto y de la educación hacia los demás que todos hemos aprendido desde muy pequeños. Son valores que hoy día no existen, los adolescentes del siglo XXI son como potrillos salvajes, que agrupados forman manadas muy difíciles de controlar.

¿Cómo solucionar el problema? En mi modesta opinión es difícil y complicado, pues como ya he mencionado anteriormente, se trata de un problema de orden generacional y sociológico; los jóvenes de hoy ya no viven los efectos de la borrachera y la diversión como lo hacían sus padres o sus abuelos (no quiero decir que en esas épocas de hace 40 ó 50 años no hubiese peleas y palos entre los que se pasaban con la sidra o con el vino), pero no existía la violencia colectiva ni la falta de respeto y de miedo a las autoridades que los jóvenes de hoy día nos demuestran a diario. Esta claro que si no sabemos cortar por lo sano con estos comportamientos, aunque algunos les quieran quitar importancia y digan que son cuatro "revientapraos", lo cierto es que existen, que están ahí, y que alguna medida habrá que tomar si queremos que el Xiringüelu no corra el peligro de morir víctima de su propio éxito, recordemos que algunas fiestas multitudinarias como las de Ranón, en el concejo de Soto del Barco, o las de San Pelayo, en Grado y San Pedro, en Cudillero, han desaparecido del calendario festivo asturiano, víctimas del botellón juvenil y de los disturbios que estos protagonizaban cada año.

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