Por el retorno a las 18 horas lectivas
La columna del lector
Por el retorno a las dieciocho horas lectivas
Liliana Díaz Gómez, profesora de Lengua castellana, Noreña
Antes de comenzar mi argumentación, me gustaría dejar claro que el profesorado asturiano no reclama una reducción en las horas de trabajo (que siempre han sido de 37,5 semanales) sino una distribución de las mismas de manera más equitativa, tal como se venía haciendo hasta el año 2012.
Hasta la entrada en vigor del real decreto ley 14/2012, de 20 de abril, de medidas urgentes de racionalización del gasto público en el ámbito educativo, los docentes de Secundaria distribuían sus 37,5 semanales en 27 horas de horario fijo (18 lectivas y 11 complementarias individuales y de cómputo mensual) y 8 horas y media de horario de libre distribución para corregir, preparar y organizar la actividad académica.
Con la entrada en vigor del citado decreto y la resolución de 27 de agosto de 2012, de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte del Principado de Asturias, el número de horas es el mismo pero su distribución es diferente: de 18 horas lectivas se pasa a 20 y se reducen a 9 las horas complementarias. Lo que parece un cambio muy sutil conlleva unas implicaciones que han resultado nefastas para la educación pública.
La primera de ellas es la siguiente: a más horas lectivas, más alumnos por profesor y peor atención a la diversidad.
A modo de ejemplo: una profesora de Lengua Castellana con tres grupos de 1.º de Bachillerato y otros tres grupos de 2.º de Bachillerato puede llegar a tener asignados hasta 210 alumnos según la ratio máxima actual en nuestra comunidad.
Con el retorno a las 18 horas lectivas, el máximo número de alumnos a su cargo se reduciría a 175. Afrontar el reto docente con profesionalidad en las enseñanzas no universitarias no consiste en llegar a un aula, dar una clase magistral de 55 minutos e irse, sino indagar acerca de los conocimientos previos de los que parte el alumnado, sus intereses, sus gustos y motivaciones, así como sus habilidades y dificultades, con el fin de poder buscar los medios necesarios para superarlas. Resulta más que evidente que conseguir todo esto cuando se tienen asignados más de 200 alumnos por curso es prácticamente imposible.
Como consecuencia de ello, en la comunidad autónoma de Cantabria han visto una relación clara entre el número de horas lectivas del profesorado y el número de alumnado repetidor. En Cantabria el exconsejero Ramón Ruiz había notado un ascenso de las repeticiones por curso que coincide en el tiempo con el aumento de las horas lectivas del profesorado. Con la vuelta a la distribución anterior a 2012, que se ha ido recuperando de manera paulatina, se ha corroborado un descenso en el número de alumnos repetidores.
No nos engañemos, no es casualidad: quienes sufren y pagan los recortes en materia educativa siempre son los más vulnerables; en nuestro caso, nuestro alumnado.
Los alumnos asturianos no merecen ser víctimas de la precarización de la educación con respecto al resto de estudiantes de otras comunidades. Es una situación injusta y de difícil encaje constitucional. Manifestamos nuestra disconformidad con un real decreto que condenó a toda una generación en España a sufrir reiterados recortes educativos pero, pasado lo peor, y encontrándonos como se nos dice en un momento de regeneración económica, los jóvenes asturianos se merecen una educación pública de calidad al mismo nivel que el resto de jóvenes españoles.
Además de esto, la vuelta a las 18 horas lectivas aumentará el número de puestos de trabajo y estabilizará la situación laboral del profesorado. Se trata de un beneficio para el colectivo docente en sí y para la sociedad en su conjunto. Un profesorado estable en cada centro conlleva un mayor conocimiento de la realidad educativa del entorno y una mayor implicación en el desarrollo de su actividad. El aumento de las horas lectivas en el año 2012 trajo consigo la pérdida de cientos de puestos de trabajo en personal interino, víctima silenciosa de uno de los ERE encubiertos más sangrantes de los tiempos recientes. Si a esto unimos la brutal bajada de la tasa de reposición, tenemos como resultado unas plantillas mucho más reducidas y menos estables, a la vez que aumenta de manera considerable la contratación a media jornada (más de un 30% de la contratación de profesorado eventual se hace bajo esta modalidad).
Pongamos por ejemplo un centro con 80 profesores, con la vuelta a las 18 horas lectivas sería necesario contratar 9 profesores más. Nuestro consejero ha declarado recientemente en la prensa la inviabilidad de sufragar económicamente este incremento en personal. Lo que no se dice es que había sido previamente despedido (no renovado), y en ningún caso ha agradecido estos cinco años de esfuerzos del profesorado asturiano que han supuesto un ahorro más que considerable para las arcas públicas a la hora de afrontar una crisis económica de cuya responsabilidad es totalmente ajeno.
Por el contrario, en el presente curso 2017/2018, don Genaro Alonso, con ánimo de acallar nuestras reivindicaciones, realizó una modificación sobre la distribución del horario del profesorado aumentando una hora la libre disposición para el trabajo en casa a costa de reducir una hora la permanencia en los centros. Este “regalo envenenado” supuso un problema a los equipos directivos a la hora de cubrir las guardias por ausencia del profesorado y, en algunos centros, ha supuesto la reducción del número de profesores encargados de la vigilancia en los recreos con el consecuente peligro para los alumnos.
Creemos que un consejero de Educación debe actuar en todo momento en función de los intereses de los jóvenes estudiantes y velar por su formación, su derecho a una educación de calidad y su integridad física. Está claro que nuestro consejero no está cumpliendo con dichas obligaciones escudándose en razonamientos legales e imposiciones del Gobierno central. Está claro que si en otras comunidades (Cantabria, Extremadura, Andalucía, Euskadi...) han podido revertir la situación y volver al statu quo anterior, en Asturias también se puede si hay voluntad política para ello.
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