Abracadabrante

15 de Febrero del 2010 - Irene Fuertes Sánchez (Gijón)

Comenzaré con una brevísima reseña histórica recogida en el informe de la ANECA (Agencia Nacional de la Calidad y Acreditación), donde figura que los inicios de la Logopedia aparecen en 1951 en forma de cursos para profesores de los colegios especiales de sordomudos. En la década siguiente se presenta, incluida en Pedagogía, la especialidad de profesor especializado en Pedagogía Terapéutica, a través de la que se accede a la titulación de profesor especializado en perturbaciones de la audición y el lenguaje oral y escrito. Por fin, en 1992 se implanta la titulación oficial de Logopedia en España (real decreto 1419/1991, BOE de 10 de octubre). Las personas diplomadas en Logopedia recibimos una formación completa para abordar la pluralidad y totalidad de los problemas de la comunicación, tanto en el ámbito sanitario como en el terreno de la logopedia escolar. Lo coherente hubiera sido continuar la singladura histórica que iba en vías de crear una figura profesional que englobara todos los conocimientos específicos que conforman la disciplina logopédica, lo que requiere la implantación de una única titulación que forme profesionales para atender la cada vez más numerosa demanda. Sin embargo, no fue así, y se implantó una titulación paralela a la logopedia: maestro Especialista en Audición y Lenguaje (real decreto 1440/1991, BOE de 11 de octubre). Especialidad de Magisterio que hace de convólvulo al viñedo de la logopedia, y responsable de que los logopedas no podamos acceder a los puestos de trabajo en la enseñanza pública. Excluirnos de ese terreno fructuoso, sumado a la escasísima oferta de plazas dentro de la sanidad pública y la red de servicios sociales, nos pone contra las cuerdas. (Dato extraído del mismo informe).

No quiero que lo que escribo sea tomado como una diatriba por los maestros en Audición y Lenguaje, pero sí voy a defenderme: el Gobierno del Principado de Asturias, con su flemática actitud al respecto, nos obliga a trabajar para quienes piden experiencia y no saben que la experiencia, si la pides, tienes que pagarla. No insistan en convertirnos al maestrismo y expliquen por qué se oferta una diplomatura universitaria en una comunidad autónoma que no ofrece posibilidades laborales dentro de su red de servicios públicos, en sanidad y educación.Y voy más allá: Logo (logos = palabra)+ pedia (paideia = educación). La cosa chirría. Se está promoviendo la ocupación de plazas públicas por personas que han invertido su dinero en un centro privado adscrito a la Universidad de Oviedo, en vez de en la Universidad pública; y además, y por ser así en el Principado de Asturias,fomentando que esas plazas se repartan entre los ya citados y todos aquellos maestros en audición y lenguaje venidos de otras comunidades autónomas. Estamos los últimos en la cola de la aberración. No es cuestión de delimitar competencias, el quid es conciliarlas en la figura de un único profesional. Todo ello, fruto de una mala digestión, vomita otro grave problema: el intrusismo laboral; que no camina descalzo y de puntillas, sino con tacones sobre un piso de parqué, alimentado por la poltronería y el consecuente desamparo de la profesión por quienes gobiernan. Los responsables de esta necedad deberían revisar sus deberes y entender que la Logopedia no precisa de ningún acólito que la acompañe en la misa. Han metido la pata y su torpeza está perjudicando seriamente al colectivo de logopedas de España. Toda aquella persona que se interese de verdad por esta disciplina querrá abarcarla y tratarla enteramente y en profundidad, no tiene sentido crear un Frankenstein de la logopedia mutilándola. No somos maestros, somos logopedas porque así lo decidimos y, por tanto, no estamos dispuestos a que los responsables de la Universidad de Oviedo continúen muy a gusto subidos en el tren haciendo caja a nuestra costa.

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