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León, gastronomía de altura

21 de Enero del 2018 - Carlos Cuesta

La capitalidad gastronómica de España es todo un emblema para la ciudad de León, que se nutre por toda su piel urbana de los excelentes productos de una provincia bella, variada y despensa auténtica de las más sabrosas ambrosías alimentarias. Y esta acogedora urbe leonesa disfrutará todo este año de ese refrendo promocional como es el distingo de Capital Gastronómica, una realidad analizada y comprobada por expertos culinarios y turísticos que han visto en León, la antigua Legio Septima Gemina romana, como un centro poblacional donde la cultura gastronómica brilla por todos sus rincones, y porque sus gentes contribuyen con su hospitalidad a fomentar esas tradiciones del buen yantar y el buen beber con la moderación en su justo lugar.

Y en ese viaje urbano por la culinaria cotidiana, León tiene en su Barrio Húmedo la esencia del encuentro, la amabilidad y esos locales armados de pasión por todo lo leonés, por todo lo autóctono que ofrece esta tierra nutricia con esa brava cordillera Cantábrica, los montes de León, sus ríos impetuosos y gentiles, sus praderías de altura, sus páramos, sus riberas y su vasta meseta que conforma toda una geografía feraz y rica en materias primas de indudable calidad con la transformación profesional por montera. Basta apuntar a esa cecina de vacuno o chivo de las tierras de Vegacervera o Astorga que supone un producto cargado de tradición, sabor y elegancia gastronómica, lo mismo que sus nobles vinos de la variedad Prieto Picudo o Mencía berciana, que están ganando mercado nacional por su excelsa vinificación y aroma, las carnes de vacuno ovino y caprino, sabrosas como pocas y garantía mercantil. Los derivados del cerdo con embutidos consagrados y preñados de verdad y deseo como el botillo soberano o esa morcilla fresca famosa en media España de los hermanos Matachana. Y León es calidad por su historia, su arte, su generosidad, su tradición y su convencimiento de ser una ciudad construida para vivirla y disfrutarla. Y este hecho oferta una variedad de recursos turísticos que atraen al viajero animado o al turista accidental que se deja caer por el Camino de Santiago, arteria universal y salvoconducto de buenos peregrinos con una parada y fonda para conocer de primera mano lo que aporta esta urbe amable, abierta, noble y feliz.

Los leoneses ya pueden presumir de su capitalidad gastronómica, y a mucha honra, pues en todo su perímetro urbano los bares, tascas, mesones y restaurantes están siempre prestos para ofertar un vino autóctono y su pincho compañero donde lo local manda con la calidad organoléptica por bandera. Y toda la despensa de productos agroalimentarios de la provincia están en la capital para venderlos y ofertarlos con el entusiasmo que caracteriza al nativo y al profesional del ramo. Sin duda alguna, León es calidad contrastada y en el campo de la gastronomía es territorio de valor y categoría. Lo compruebo con frecuencia en mis incursiones por la amiga capital leonesa. Y en esos paseos sosegados por la ribera del Bernesga o por la calle Ordoño o Ancha, observo a León como una población cercana, próxima, acogedora y que engancha, donde uno respira medievo y modernidad al mismo tiempo y en donde no dudo en acercarme de manera obsesiva a lanzar una mirada al estiloso Palacio de la Diputación, diseñado por el gran proyectista Gil de Hontañón, que junto a su colega Andrés de Vandelvira son mis admirados arquitectos de una España guerrera, artística y dominadora.

Hay que volver a León siempre que haya motivos, que son muchos. Y saborear las croquetas supremas –donde hay buena croqueta hay calidad– y las carnes de Bodega Regia y saludar a Marquitos, que vive a fondo la hostelería de León con ímpetu y sentimiento. Y eso es hacer un trabajo eficiente con una proyección sincera y hospitalaria. Lo mismo que Casa Rafa, cocina local y garantía culinaria, sin olvidar Camarote Madrid con su barra sorprendente, la tienda Artesa de delicados elixires o Taberna El Sella, ambiente amistoso, tertuliano y gentes estupendas donde nunca faltan Agustín Rajoy, concejal de Hacienda del Ayuntamiento de León, y su próximo y exconcejal Ángel Claudio Villa-Gelín, junto con veteranos del Ademar León. Y para concluir este comentario afecto hacia León y su respetada y reconocida culinaria, sólo me resta enunciar: ¡Que te den morcilla! Y si es de León, mejor.

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