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Yo también hice nada

22 de Febrero del 2018 - JOSE LUIS PEIRA (OVIEDO)

Cada vez es más frecuente encontrarse noticias de arrestos, multas y denuncias por asuntos relacionados con aspectos morales o emocionales. Es cierto que se ha ido generando un color en el mundo en el que los sentimentalismos o las emociones se han sacralizado hasta contar más que la verdad, de manera que pueden laminar a todo lo que queda en medio.

El reciente escándalo de ARCO, esa feria autopublicitada de más o menos arte, en la que se ha retirado una obra por inconveniente con el modelo de pensamiento único como Dios manda es otra de las guindas que adornan el pastel.

Quizás podrían haberla retirado apelando a su baja calidad, alegando que no es más que un montaje facilón y oportunista, un pancartismo aceptable en algo que no se parezca a una galería de arte, pero claro, en ese caso quizás el recinto se les hubiera quedado semivacío, a la vista de los artefactos que por allí suelen verse.

Aquí, en donde se valora eso de ponerse el mundo por montera y mantilla, algún asustadizo preboste ha preferido descolgar el teléfono, como en los gloriosos tiempos del régimen anterior tan añorados por algunos, para ordenar que se retire la cosa. Y ese matiz es el que lo convierte en un ataque más a la libertad en general, ya que el argumento que ha desmontado las fotos no es otro que el de la discrepancia moral, ética y reglamentaria como Dios manda. Lo que a algunos nos preocupa es lo habitual que se han vuelto estas cosas, ya que todo quisqui se siente en el derecho de sentirse ofendido por las ofensas a sus sentires, que pueden ser variopintos e incalculables. Y no sólo se ha llegado al clima de judicializar cada paso y expresión que damos, provocando un temor creciente a expresar cosas, sino que se va instalando en el corazoncito de cada cual una suerte de histeria perniciosa que como una válvula regula en forma de auto censura las formas naturales y enriquecedoras de expresión.

Sin embargo, lejos del debate que ha de suscitar este grave tema, yo quisiera apuntar a un aspecto que en mi opinión ha quedado tapado por la propia noticia. Víctimas habituales, como son, los del mundillo del artisteo, hubiera sido esta la ocasión pintiparada para hacer un plante general y decir ya basta, y sacar todas las obras de la feria hasta dejarla desnuda como un continente fantasma, algo que trascendiera las fronteras, quizás, y que por vergüenza torera ayudara a poner cordura en todo esto. Sin embargo, a la vista queda, todos han preferido callar, agachar la testuz y mostrar la cerviz para futuros descabellos, que no es cosa de perderse el fiestón de estar en IFEMA, con la gente guapa.

Esto me recuerda a al poema de Niemöller, cuyos primeros versos lo dejan claro:

Cuando los nazis vinieron a por los comunistas guardé silencio,

Porque yo no era comunista.

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas guardé silencio,

Porque yo no era socialdemócrata.

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté,

Porque yo no era sindicalista...

Etc

Creo que se entiende. A dónde quiero llegar.

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