De nomenclatures

19 de Abril del 2018 - Faustino Álvarez Pérez-Manso (Oviedo)

Tengo cincuenta y cinco (55) años y en mi vida oí "Samiguel", "la Manxoya", "Llatores", "Tenderina Riba", "Tenderina Baxo", y poquitísimas "San Cloyo" (nunca a lugareños). Jamás he oído "San Istiba", muy pocas "San Llázaro" (precisamente a algún bablista iluminado) o "Cualloto" (es difícil, de verdad). Siempre fui a San Miguel de Lillo, o San Miguel. A La Manjoya. A Latores. Conozco gente que vive en la Tenderina Alta. Y en la Baja. O que se marcharon a San Claudio. O que viven en San Esteban de las Cruces, iban al instituto de San Lázaro, o al Corzo, en Colloto... Nací en el Sanatorio Blanco, y viví toda mi vida en Oviedo, tengo una profesión que me obliga a oír cómo llaman los residentes el sitio donde viven, y no lo he ni sospechado en toda mi existencia de la forma que ahora proponen. Sí que oí "Les Brañes" o "Picu Paisanu", y así lo llaman.

Dado lo anterior, ¿qué es lo que se intenta? No entiendo casi nada, la verdad.

De todas maneras, y fuera de toda discusión o preferencia, el cambio de nombres que ahora existen y que no dejan de ser asturianos a ser "asturianus" llega a la idiocia. Y pienso en "Manxoya", por poner un ejemplo. O exemplu.

Leí en algún sitio que el nombre viene de ¡Mon Jore!, expresión de júbilo francesa. No obstante, el término "Manjoya", como tal, aparece en el siglo XIV o un siglo antes. Vamos, el XIII. Esto es, desde el siglo XIII se escribe "Manjoya" (Wikipedia).

Que se pronuncie como quiera que sea, pero es Manjoya. Vamos, que como mucho, nos pueden obligar a los ovetenses a pronunciar "Manjoya" y/o "Manshoya", pero no escribirlo.

Y que yo sepa, siempre se pronunció con jota /j/ de jamón, jorobado, mejunje y jolín qué enjundia tiene este enjambre de joroba.

Cierto es que Jovellanos pidió allá a finales del siglo XVIII que se buscara una grafía singular para la j asturiana. Algo así como una sh parecida al "shame" british. Y no lo consiguió, pero parece que por ahí andaba tal pronunciación.

Pero ahora somos más papistas que el Papa y tenemos que dar luz a los nacimientos que se les ocurren a los más progresistas, uséase defensores de dictaduras de minorías que se sienten menospreciadas.

Y resulta que las lenguas no se hablan porque se imponen y su uso se generaliza: ahora debemos rendir pleitesía al que quiera sentirse diferente. No vale con que respetemos que se sienta distinto. Hay que alabarlo y ponerle un puestín para que nos enseñe sus alumbramientos.

Recordemos, al estilo novísimo de rescate de los nombres bilingües, que hubo gente no hace mucho tiempo que añoraba la misa en latín, porque así se entendía en todas partes. Puestos así, ¿por qué no obligar a hablar el latín, tan culto y enraizado en nuestro pasado? ¿Habrá que obligar a la enseñanza de la lengua de Séneca para rescatar las verdaderas raíces de nuestra identidad? Que conteste cada uno para sí.

En definitiva, todo tiempo pasado no sólo fue anterior, como se atribuye a "Les Luthiers", sino también castellano, o español dicho sea en tono peyorativo. El castellano-español es una lengua opresora, como el inglés, el chino, y el ruso en Rusia. Rescatemos e impongamos el bable o asturiano. Y el bable aragonés, el leonés, el gallego, el valenciano, el mallorquín, el menorquín, el andaluz, el euskera, el nahualt, el azteca... Y hasta el sumerio.

El latín no, y así libero a los que se asustaron de mi anterior propuesta porque también fue opresor y se impuso por la fuerza desde la Lusitania hasta Constantinopla. ¿Qué fue la lengua madre de todas nuestras entretelas y falas? Nada. Se suprime. Y a todos sus retoños, por supuesto.

Todos a aprender euskera.

Eskerrik asko. Agur

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