Mi amigo sigue ahí
MI AMIGO SIGUE AHÍ.
Han pasado más de dos meses desde que fue atropellado por un coche y mi amigo sigue ahí, en un limbo de penurias. Por él y para él escribo:
Por qué hablar de la muerte.
Si estás vivo, dejemos al actor en su escenario.
Si sospechas que el miedo lo corteja
cuando en un soplo de luz se hace palabra,
ahuyenta los celajes de las sombras
con un relámpago fugaz que se haga lumbre.
Y si sientes que el verbo lo rechaza
y un silencio de lágrimas delata
la presencia del lóbrego carruaje,
desmonta los fúnebres corceles
e intenta iluminar con tu presencia,
No hay sustento en el dolor, sólo impotencia.
Y en esta aureola de espinas y esperanzas
no crecen girasoles de sosiego.
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