Sólo una verdad

26 de Mayo del 2010 - Juan Luis Paz Martínez (Mieres)

Todo lo que les voy a contar, del juego de las profesiones, es mentira, salvo en una profesión, en la que todo lo que les cuento, es verdad. Solución, al final:

Me levanto por la mañana, y mi familia y yo desayunamos alimentos que son procesados, transformados, y distribuidos por empresas que no tienen Registro en Sanidad. Nos aseamos con productos a los que les sucede lo mismo. Antes de iniciar la jornada, cierro la puerta de mi casa, construida por un ñapas, sin el proyecto de un arquitecto, y sin aparejador mediante. En mi casa, AENOR es un perfecto desconocido. Subo al niño a un bus escolar que no ha pasado la ITV, guiado por un conductor sin carné, y formado en una autoescuela sin profesores habilitados. Sé que cuando llegue a la escuela, le estará esperando una pseudomaestra que no es diplomada en Magisterio. Me subo a un taxi sin licencia, conducido por un tal Farruquito, y me dirijo a un bufete en el que me asesoran pseudoabogados que no tienen la carrera de derecho y, por tanto, no están colegiados. Me voy a tomar el pincho a un bar en cuya cocina hay personal sin el carné de manipulador de alimentos. Tengo revisión médica, y en la consulta me atiende un chamán que ni es médico ni está colegiado, y lo mismo le sucede a la enfermera, que es una conocida curandera. Voy al gimnasio, y allí me dirige la rutina Mr. Olimpia, que no tiene título oficial, pero la verdad es que está como un centollo. Llego a tiempo de coger el puente aéreo, desde un aeropuerto en el que los controladores aéreos son ex parados de larga duración con tan sólo la ESO y sin formación específica. Consigo conciliar el sueño con unas pastillas de total confianza que compré en una zapatería, y a sabiendas de que no fueron manipuladas ni por farmacéuticos ni empresas del ramo; el piloto, que ya sabe conducir bicicleta sin ruedines, nunca ha sido formado para gobernar naves voladoras, pero pone voluntad y es majo. Al llegar, pido en la cafetería un vaso de agua del grifo, cuya salubridad ha sido analizada por un Licenciado en Historia que, de pequeño, jugaba mucho al quimicefa. Llego a tiempo de asistir a la operación a corazón abierto de mi perrita, en la que meterán sus manos abnegados profesionales sin la carrera de Veterinaria. Ya de vuelta para recoger a mi hijo a la salida del colegio, nos disponemos a ir a su actividad deportiva extraescolar, en la que intentará aprender y mejorar sin mancarse ni perjudicar su crecimiento, maduración y desarrollo, bajo la tutela de un entrenador sin título oficial adecuado y reconocido por el Ministerio de Educación, pero avalado por un historial deportivo de gladiador, además de ser el padre entregado de uno de los niños del equipo. Mientras entrena, aprovecho para acudir a un Centro Deportivo Municipal, dirigido por un protegido del gerente de la empresa de aguas del Ayuntamiento, sin título superior para tal encomienda, pero muy guapo, bronceado y estiloso.

Pues bien, en este relato de ficción, y en el que casi todo es mentira, lo único que es verdad y legal en este país (excepto en Cataluña, que en esto sí es Europa), es lo relativo a las profesiones en materia de Actividad Físico Deportiva (AFD), donde la dejadez, incompetencia, irresponsabilidad y negligencia del Consejo Superior de Deportes y, en lo que le toca, del Principado de Asturias (tiene competencias para legislarlo), propician que la alegalidad, el intrusismo, la no profesionalidad, y el todo y cualquiera vale, campen a sus anchas a la hora de abordar el tratamiento profesional de las AFD, tanto nuestras, como de nuestros hijos. Somos la única profesión que queda sin estar regulada, en lo que a formación mínima exigida para ejercer se refiere, a excepción de la de delincuente, político, banquero, y algunas más de parecido pelaje. Y no nos parecemos en nada a ellos

Juan Luis Paz Martínez - Mieres

Nº Colegiado 13078

(Ilustre Colegio Oficial de Licenciados en Educación Física y en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte)

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