El efecto Cascos
En estos últimos tiempos, cada vez con mayor frecuencia, todos los medios de comunicación, incluidas las habituales tertulias radiofónicas y televisivas, vienen dedicando espacios al ex vicepresidente Francisco Álvarez-Cascos. Las expectativas que una parte del PP asturiano tiene puestas en que pueda ser oficialmente nominado como candidato a la Presidencia del Principado de Asturias está alentando la ilusión en unos y creando la desazón en otros; no sólo en la política regional, sino también en la nacional. Nadie se atreve a oponerse de forma radical a la designación de un candidato tan sólido, carismático y competente como Cascos, pero se teme que, dadas sus características, su vuelta a la política activa no sea cómoda para algunos, realice una purga en Asturias y ponga en un brete a la débil dirección nacional, actualmente comandada por el inefable y tibio Rajoy, que no acaba de convencer a nadie, y su grupo de edecanes, que tampoco.
Es claro y notorio que entre los populares asturianos en activo no existe, al día de hoy, ningún candidato que pueda optar a conseguir una mayoría absoluta, condición sine qua non para que esta formación política pueda gobernar el Principado. En la otra parte, en el PSOE, con un Areces amortizado, y un candidato alternativo que no parece suscitar grandes esperanzas, las opciones de alcanzar esa mayoría se presentan, igualmente, bastante escasas; sin embargo, la capacidad de alianzas que tiene este partido, vedadas prácticamente para los populares, pueden hacer que se vuelva a repetir la misma historia, quedando la derecha nuevamente descabalgada de los centros de decisión, lo que supondría sembrar el desconcierto, la impotencia y el desánimo entre sus líderes y sumar una nueva decepción entre sus correligionarios. Por estas razones, el regreso de Cascos se presenta como la única alternativa real, la apuesta más firme y consistente que tienen para alcanzar ese poder que tanto se les resiste. A pesar de todas las reticencias que puedan existir en el seno del PP, como la necesidad no conoce fronteras y los intereses hacen milagros, seguro que, al final, todos se pondrán de acuerdo.
Para todos aquellos que no estamos obligados a la disciplina de ningún partido político, y que, como ciudadanos no cautivos de una determinada ideología, podemos valorar todas las opciones con la máxima libertad y objetividad que nos confiere nuestra condición de humanos, con plena capacidad para elegir, en cada momento, lo que consideremos más conveniente para dar respuesta a las necesidades y problemas más importantes de nuestra región, la posible presencia de Cascos nos parece bastante atractiva e interesante y, por supuesto, muy a considerar.
Si desde Génova, más preocupados ahora con todo lo concerniente a sus casos de corrupción, que tan torpemente están gestionando, y con la defensa numantina de Camps en su particular litigio con los trajes que le confeccionó su alfayate, no son capaces de cortar el largo culebrón que está generando el asunto de la presunta candidatura de Cascos, poniéndose de una vez por todas en contacto con él para pulsar su opinión y ofrecerle, si procede, el liderar la candidatura popular para las próximas elecciones autonómicas, me temo que van a llegar, como casi siempre, demasiado tarde. Si por una herradura se perdió un caballo, por unos «cascos» se podrá perder un Principado: el de Asturias, claro.
Constantino Díaz Fernández
Oviedo
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