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Primarias en el PSOE

26 de Septiembre del 2010 - Francisco Gosálbez Jorda (Oviedo)

El artículo publicado en su periódico el pasado 28 de agosto firmado por J. A. Ardura, «Primarias posibles, primeras imposibles», describe, creo yo, con mucha claridad la realidad de este tema para los partidos dominantes ahora en nuestro país. Contiene solamente un error, el pie de foto que lo acompaña nos define como expulsados, no lo fuimos, fuimos sancionados con diferentes períodos de pérdida de nuestros derechos como militantes, incluido el de voto, durante los cuales, por cierto, debíamos continuar pagando las cuotas, que no nos han sido devueltas a pesar de que dos tribunales sucesivos han fallado a nuestro favor, encontrando la sanción injusta. Solamente Avelino Alonso fue expulsado por razones diferentes pero complementarias de las nuestras: expresar públicamente su opinión. Su pérdida es importante, fue siempre un gran militante, dedicado y trabajador, conocedor como nadie de los tejemanejes del Ayuntamiento de Oviedo cuando fue concejal y gran batallador, sin él la AMSO, la FSA y el PSOE pierden mucha calidad.

En mi opinión, las ejecutivas de los partidos dedican más tiempo y esfuerzo al control de sus afiliados en España que a los partidos rivales, primero, porque creen que saben más y son más inteligentes que las bases, y porque les tienen miedo, temen que las primarias los apeen de su puesto de trabajo duramente conseguido con pactos y manejos, temen la rebelión de las masas, las suyas. Se colocan en posiciones poco democráticas y se acercan a los modos de funcionar de la Iglesia, a la que se parecen. Ese modo de control lo explica en la misma página, mucho mejor de lo que yo podría hacerlo, el doctor Ramón Punset.

Existen otros modos, en EE UU los congresistas son elegidos por los votantes de sus distritos, responden ante ellos y no existe la férrea disciplina de voto de España, se puede votar en contra de las leyes promulgadas por un Gobierno de tu mismo partido sin ser castigado por ello, lo que obliga a dialogar abiertamente, no solamente a insultarse. Quizá ésta sea una de las razones por las que esta nación ha mantenido una democracia durante más de doscientos años, sobreviviendo a una guerra civil tan brutal como la nuestra sin necesidad de una dictadura, incorporando a la nación al bando perdedor, aunque Franco no era precisamente Abraham Lincoln.

Entre nuestros políticos faltan ideólogos, gentes de miras amplias, sin horizontes personales y mezquinos, los hemos tenido. En 1931 Victoria Kent, brillante, primera abogada del Colegio de Madrid y diputada por el Partido Socialista Radical, se opuso al voto femenino porque creyó que la Iglesia tenía demasiada influencia sobre ellas y votarían a las derechas; Clara Campoamor, diputada por el Partido Radical (laico, republicano, liberal y democrático), que nunca perteneció al PSOE por su colaboración con la dictadura de Primo de Rivera, muy pobre de nacimiento, educada a base de trabajo y esfuerzo, austera siempre a pesar de su ascenso social. Confrontó a Kent en el debate (hasta entonces las mujeres podían ser elegidas, no electoras), arrolló en el debate, pero ganó por escaso margen la votación (con la ayuda del PSOE), consiguió que las mujeres votasen y que fueran electoras y elegibles. Tenía una ideología y unos horizontes más amplios. ¿Quién hoy en día, 80 años después, negará la justicia, la necesidad y el progreso que el voto femenino ha representado para la democracia?

Necesitamos más personas como ella en la política.

El primer partido político en España que instaure internamente una democracia participativa, que deje de tenerles miedo a las bases, que confíe en su inteligencia y que convoque primarias, ganará en cohesión interna y, sobre todo, en entusiasmo entre sus militantes, en su participación, y también en imagen ante la nación, y creo que ganará elecciones. Mi partido estuvo a punto de hacerlo, las ejecutivas se equivocaron en los resultados que esperaban y aquí terminó todo. El PP ni siquiera lo ha intentado.

¿Tendremos alguna vez otra Clara Campoamor en nuestra política? Ojalá, de momento no la hay y tenemos que votar lo que tenemos.

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