Otros dioses, mismo materialismo
Hace muchos muchos años, en tiempos muy remotos, la humanidad tomó la decisión de crear dioses y someter su destino al imperativo de los mismos, aquellos dioses eran completamente inofensivos; no obstante, la imaginación de los humanos les atribuyó poderes, caprichos y crueldades propias de todo dios que se precie, caprichos y crueldades que era preciso aplacar incluso, en ocasiones, con el sacrificio de vidas humanas y, cómo no, con la entrega de los medios con los que sobrevivía el colectivo.
Con el paso de los años los dioses del politeísmo fueron dejando paso al monoteísmo, que a lo largo de los siglos fue tejiendo en la tierra una amplísima red de representantes de los dioses celestiales, que fueron los encargados de ir repartiendo el reino de los cielos entre sus fieles adictos, mucho más efímeros, pero sin duda más satisfactorios e inmediatos. Así fueron transcurriendo las cosas a lo largo de veinte siglos hasta que de forma inesperada y abrupta entran en escena otros dioses: invisibles, egoístas, insolidarios, crueles y caprichosos. El mundo, y de manera especial Europa, se ve obligado a ofrecerles constantes sacrificios. Estos nuevos dioses, que ahora se denominan mercados, disponen de vidas y haciendas con la más absoluta impunidad, ante la mirada atónita de una pléyade de líderes europeos derechizados e incapaces de mantener no ya sólo el bienestar de sus ciudadanos, ni tan siquiera la dignidad como pueblos, como colectivos sociales independientes y libres que les entregó una anterior generación de europeístas valientes y capaces que hoy tanto se echan de menos.
José Manuel Menéndez Fernández, alcalde de Salas
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