Al camarada Carrillo
Nosotros no te tenemos como enemigo, pues no has llegado a esa categoría. Te tenemos como genocida nada más, ya que nuestros enemigos fueron aquellos valientes milicianos que lucharon, y alguno de ellos murió, por una causa que, muchos de ellos, no entendían.
Te tenemos por un cobarde, pues cuando las tropas nacionales alcanzaban la victoria, te fuiste de España para disfrutar de los robos a los bancos españoles, dejando a los milicianos, nuestros enemigos, al garete, para que fueran las víctimas de vuestro fracaso, y tu vivir a costa de sus vidas.
El enemigo muere, si es preciso, luchando al frente de sus tropas, como lo hicieron el coronel Pinilla defendiendo el cuartel de Simancas de Gijón, o el capitán Cortés en Santa María de la Cabeza.
Pero eso, tú, como cobarde, no fuiste capaz de hacerlo.
Nosotros te tenemos como genocida de los 12.000 españoles que, bajo tu mandato, fueron asesinados en Paracuellos del Jarama por el solo hecho de amar a Dios y a España.
Pusieron tu nombre a una de las calles de Gijón y, ahora, te dan el título de «hijo predilecto». Jamás una población quedó tan desprestigiada como Gijón al darte ese título, y pienso que toda la Corporación, al darse cuenta de esta ignominia, debería dimitir para que a Gijón pueda volver el «señorío» que siempre tuvo y siga siendo la muy querida y amada por todos los demás españoles.
Fermín Alonso Sádaba, Oviedo
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