El progresivo declive de Castropol
«Castropol gusta y gustaba por conservar su personalidad, no por despersonalizarse...», frase publicada en LA NUEVA ESPAÑA por un vecino con el seudónimo de Diógenes.
¡Qué razón tienes!, ¡lo están arrasando!, invito al lector a visitar el Campo de la Paloma o el parque de Vicente Loriente, donde antiguamente se reunían los habitantes de Castropol, es el principal espacio verde de la villa, que hasta hace poco tiempo, sin las edificaciones actuales, tenía vistas a la ría, o a que se lea el proyecto del puerto deportivo de 800 amarres, de iniciativa privada, que quieren construir (LNE 23-10-2010), o a ver la pavimentación cutre del pueblo, que se está haciendo con adoquines de cemento en vez de adoquines de granito, como bien se hizo en el puerto deportivo de Ribadeo, respetando la importancia arquitectónica del entorno. Destruir el patrimonio para luego construir... «con ladrillo».
¿Qué pasa con el organismo que regula Patrimonio de Asturias? ¿Vale todo?
Persisten la fiebre del ladrillo, el dinero fácil y el interés especulativo por un territorio que es un poco de todos y que tenemos la obligación de conservar, cosa que también corresponde a la actual Corporación municipal. Si no están por dicha labor, pienso votar para echarles en las próximas elecciones, pero, ojo, tampoco al «minero de oro».
¡Qué tropa tenemos en política! ¡Linces sólo para sus sueldos! Así va España...
¿Dónde están las viviendas con precios asequibles para jóvenes? ¿Existe alguna oferta formativa seria? ¿Se depuran las aguas residuales que se vierten a la ría? Tenemos un Club de Mar –donde los niños tienen que aprender a nadar en la piscina de Ribadeo– (esto no lo critica el señor alcalde). El lugar que ocupan los Astilleros del Eo (puerto sur de Castropol, a la entrada de Vegadeo) hubiera sido un buen lugar para una piscina municipal conjunta con dicho Ayuntamiento.
Pagamos los mismos impuestos que los vecinos de Oviedo o de Gijón pero con servicios tercermundistas, unas comunicaciones por carretera pésimas, y no es de extrañar que los jóvenes, ¡si queda alguno!, emigren al pueblo vecino de Ribadeo, con un gobierno autonómico que invierte más en su territorio, con mejores equipamientos y precios de la vivienda más asequibles.
Pero todo no va ser tan negativo, tenemos el alcalde que menos contamina con su coche...
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