El HUCA y la fábrica de líderes
Los pasados meses hemos asistido al culebrón de nombramientos de directores en varias áreas de gestión clínica en el HUCA. Una vez más, el procedimiento elegido ha sido la libre designación, es decir, los que mandan nombran a dedo a los directores y éstos, a su vez, a cargos menores: coordinadores, supervisoras, facultativos en comisión de servicios, etcétera.
Sería interesante cuantificar el número de facultativos/as en comisión de servicio y conocer quién los trajo, razones de urgencia, si simultáneamente se hizo un concurso público de plazas, si hubo perjuicio a terceros. También interesa conocer la relación con el equipo directivo: amigos, hermanos, esposas.
Los directivos actuales, de perfil bajo, llevan tiempo amortizados, pero actúan con la prepotencia de quien gestiona su cortijo, ante los profesionales y ante la ley, olvidándose de que estamos en un sistema público de salud. De esta manera han impuesto a todos sus candidatos en un proceso amañado y ante un tribunal patético, mientras que los candidatos no oficiales se han quemado en carreras de obstáculos con viento contrario.
Un ejemplo es el del Servicio de Medicina Interna, donde una amplísima casi abrumadora mayoría del staff del servicio firmamos un documento defendiendo la candidatura de Bernardino Díaz López porque consideramos que presentó un proyecto sólido, realista, posible, participado y compartido por el grupo, porque era (y es) un candidato con autoridad moral profesional reconocida. Además, los profesionales tenemos el derecho a ser oídos y el deber de opinar acerca de quién queremos de responsable de nuestro grupo. Tras teatralizar un concurso, la gerencia repitió el partido a puerta cerrada con un solo candidato, el mismo árbitro y varias prórrogas hasta que se impuso el resultado fijado de antemano.
Los hospitales se deben regir por principios éticos que regulen el comportamiento de las relaciones humanas y parece que se olvida el hecho de que en los sistemas de salud el profesional médico es clave. Los intereses personales, docilidad, razones de amiguismo o afinidad ideológica no deben prevalecer a la hora de designar cargos, menos aún si son técnicos. Las decisiones hay que situarlas en las estructuras profesionales, que es donde reside el conocimiento. No se llegará a nada bueno si se expulsa a los profesionales del proyecto o si éstos no se sienten parte de él.
Los líderes impuestos se compenetran mal con el grupo que no sienten como propio, desconfían de él y lo rompen creando su propio grupo afín. Adulan hacia arriba y bloquean hacia abajo. Los directores han de poseer legitimidad de origen para ser independientes de quien les nombra y ser respetados por los subordinados.
Por desgracia, el poder político ha invadido y controlado todos los escalones de la organización, hasta los niveles más bajos. El politiqueo se ha introducido como razón de ser. Estamos en manos de gestores prepotentes, acríticos, ebrios de poder, ensimismados, con pocos escrúpulos y que ignoran las leyes o no las acatan. Varias sentencias sugieren que actúan con nepotismo, abuso de poder, tráfico de influencias, conducta temeraria, prepotencia. Por tanto, la justicia debería actuar contundentemente, como se haría con cualquier ciudadano que obrase de la misma manera, y dejarse de advertencias que finalmente quedan en un cajón.
Muchos de nosotros llevamos largo tiempo en esto y casi 23 años de larga marcha al nuevo HUCA y es que, en otros lares, hacen proyectos para 25 años y aquí, en Asturias, se tarda 25 años en hacer un proyecto. En este tiempo hemos visto y vivido muchos experimentos: gerentes, subgerentes, directores, subdirectores, coordinadores, supervisores, observadores, analistas, cargos, carguines, chiringuitos. Así que sabemos de lo que estamos hablando.
Esta vez estamos ante los directores de áreas de gestión clínicas, nuevos líderes para nuevos proyectos, nombrados por libre designación, procedimiento excepcional, según dicen los jueces; cargos que deberían cesar cuando cesa quien les nombra, lo dice la ética y la estética. A partir de ahora veremos qué ocurre.
José Manuel Pilo Pordomingo,
Jefe de sección del Servicio de Medicina Interna del HUCA
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