Piagnoni y arrabbiati, más católicos que el Papa
Ver a Benedicto XVI en su papamóvil por Madrid me recordó a los emperadores romanos. Eso leíamos en LNE del 04.09.11, en titular a seis columnas; es decir, a toda página (y casi saliéndose un poco por la esquina). Y eso, en términos periodísticos, es más que un papamóvil. Viene a ser un Air Force 1, un Concorde, un AVE de Pepiño; un SOMA-FIA-UGT de Ángel F. Villa entrando en la terminal de Rodiezmo con Bienvenido Mr. Marshall como música de fondo (terminal no en el sentido de tanatorio).
¿Y de quién venía tan infeliz recuerdo? Pues de D. Javier Fernández Conde, Catedrático de Historia Medieval y cura rural (Nótese la distribución de mayúsculas y minúsculas, que no es cosa de este servidor). Y tampoco es cosa de demorarse en la presentación, ya que al cura-Catedrático nos lo presenta a menudo LNE; como si cada quince días coronase el Angliru D. Javier muy por delante del pelotón. Y esas apoteosis de papel, sin llegar a las imperiales del Papa, algo consuelan el ego. Viene esto a cuento de lo que dice el preste: En esa inmensa apoteosis de poder no encaja la Iglesia en la que yo creo. Sin que se ajuste al caso de D. Javier, es cosa de ver lo de estos clérigos que reivindican una Iglesia poco menos que invisible, mientras van ellos por la vida con más intermitentes y bombillas de colores que la puerta de un burdel. A uno le recuerdan los piagnoni y arrabbiati de la Florencia de Savonarola.
¿Y qué quieren que les diga de esa infeliz comparación papa/emperador (si es que LNE me deja decir algo)? De un cura, aunque sea Catedrático (e incluso más por serlo), cabría esperar que la entrada del Papa en Madrid aclamado por los jóvenes le recordase la de Jesús en Jerusalén. No compares el burro de Jesús con el papamóvil del Papa, objetarán los puristas. Sin tener en cuenta que el burro de entonces y el papamóvil de ahora son vehículos equivalentes; con la estética a favor del burro, que si el papa fuera yo ni a empujones me dejaría meter en ese cachivache. Bien sufrido tiene que ser Benedicto XVI cuando se deja traer y llevar en semejante armatoste.
¿Y si Cristo hubiera nacido en África, donde en algunas zonas es perfectamente natural que un hombre tenga varias mujeres?, se pregunta el cura-Catedrático. Pues en ese caso, Strauss-Khan, además de ser de izquierdas como nuestro cura y Catedrático, sería un cristiano ejemplar. Ya se ve que un experto en su parcela puede desbarrar con mucho aplomo en cultivos ajenos. ¿Y si Cristo hubiera nacido en Roma hubiera adoptado el cristianismo el infanticidio? ¿Nació Jesús en Israel por casualidad? ¿No había empezado a nacer muchos siglos antes, al ponerse en marcha la tradición bíblica y profética? Leyendo a Fernández Conde se diría que Jesús abrió el paracaídas y, hala, a ver dónde aterrizo.
Yo me moriré siendo de izquierdas, confiesa D. Javier ab intestato. Que Dios le dé salud, pero afirmación tan perentoria suena un poco a moriré impenitente. Lo que viniendo de un cura (aunque sea Catedrático) suena un poco fuerte. Parece mentira que alguien de vuelta de tantos dogmatismos vaya a encallar en este Escila y Caribdis de cartón piedra, entre derechas e izquierdas. Extraño empecinamiento el de querer ver en la cola del racionamiento a esas sencillas gentes de Candamo y de Pravia que con tan paternal condescendencia pastorea. ¿Porque ese bienestar ficticio se alimenta de las migajas del festín capitalista? Pudiera ser.
Lo malo y lo peor es que del banquete de la izquierda no caen ni las migas, pues los invitados se comen hasta los cubiertos. Y a los que, debajo de la mesa, les tiran del mantel, les llaman fachas, gusanos y guxarapos, mientras les pisan la mano y les dan patadas en la boca (que eso quita el hambre). Y así hasta cien millones de cráneos edentados. A los curas y catedráticos progresistas, al parecer, les parecen pocos cuando, de izquierda, piden más (la gente sencilla no sabe lo que quiere). Escribí en cierta ocasión que ser doctor en Historia Medieval es perfectamente compatible con transitar por la Contemporánea con notable despiste; pero no lo publicó LNE. Es uno de los inconvenientes de ser gente sencilla; nuestra opinión tiene que caber en un folio a doble espacio y ni aun así tienes garantía de que quepa ni en la edición digital.
Ramón Alonso Nieda
07.09.11.
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