Nomofobia
Dicen que es una nueva enfermedad tecnológica, con episodios de fobia. Dejarse el teléfono móvil en casa, no tener cobertura, quedarse sin batería, extraviarlo o que de cuenta de él algún caco, puede resultar desastroso para la salud. Quienes se preocupan de estas cosas (psicólogos, sociólogos, etcétera), ven consecuencias adversas en la persona que lo sufre, hasta el punto de crearle: ansiedad, inestabilidad, agresividad y dificultad de concentración.
Aquellas empresas inventoras del aparatito, podían haberse imaginado la influencia, a la vez que dependencia, que este artilugio produciría en el usuario. En cuestiones de marketing comercial, está visto que, las fobias producidas por la falta del producto son muy beneficiosas para la marca.
¿Beneficiosas a la vez para las consultas psicológicas? pues según se valore. En la consulta privada el facultativo puede ganar una pasta gansa, a costa del pobre adicto al móvil. Para la consulta en la seguridad social: aquí, ni fu ni fa, pues el titular de la misma, una vez expuesto el caso por el paciente, no dudará en remitirlo a la tienda de telefonía, origen de sus desgracias, y asunto resuelto.
Cambiando de fobias, y con resultados muy distintos, son las que sufren los representantes vascos de la coalición Amaiur en el Congreso de los Diputados cuando tienen que jurar cumplir La Constitución Española. Siempre lo hacen por imperativo legal. ¿Se deberían mirar su fobia a la democracia?
No olvidemos la definición de fobia que hace la Real Academia en sus dos acepciones: Aversión obsesiva a alguien o a algo. Temor irracional compulsivo
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