Presupuestos infieles
Ajustar el presupuesto en una labor económica es la clave del éxito; controlarlo es otro cantar. Un presupuesto económico se estructura a partir de un control racional del gasto, basado como no, en los ingresos previstos del periodo a presupuestar, así como de los datos del ejercicio anterior. Aquellas partidas que se quieran mantener, estirar o encoger, serán fijadas con un criterio técnico, exhaustivamente analizado. Una buena gestión contable del presupuesto, nos alertará de su posible desviación, a la vez que nos dejará tomar las medidas de corrección necesarias.
Toda disciplina ideada para controlar un fin, ha de cumplirse de una manera estricta. Deberemos tener (como no) los medios necesarios para llevar a cabo esta labor. La maquinaria del Estado tiene de sobra los organismos y las personas necesarias para alertar de estas situaciones.
El señor Montoro, ministro de Hacienda y Administraciones del nuevo gobierno de Mariano Rajoy, anuncia la nueva Ley de Transparencia de Gobierno, que exigirá responsabilidades penales para los gestores públicos, políticos o no, que incumplan los presupuestos. También se contemplará la posibilidad de intervenir a las CC. AA. que no cumplan el déficit.
Presupuestar partidas económicas desde la inmoralidad de su creación, así como de su posterior control, son las responsables de esa ruina económica totalmente injustificable. La economía es una ciencia, y estudia la correcta distribución de los recursos, para satisfacer las necesidades del ser humano.
El Estado español ha demostrado durante su andadura democrática y autonómica, no ser muy virtuoso en sus aplicaciones económicas. Habrá que ir evolucionando y aprendiendo de los errores. Igualmente habrá que prescindir de un control solapado de actividades en general (que duplican el gasto), como de presupuestos y personas infieles.
A todo esto como siempre, habrá que añadir el factor suerte; sobre todo, en la elección de las personas puestas para tal fin.
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