El arco iris
La reforma laboral aprobada en días pasados por el gobierno del PP con el formato de decreto Ley, deja con el culo al aire a los sindicatos de clases. Quizás, la tendencia sindicalista que vaya a juego con esta reforma, no se aleje mucho de una sola estructura sindical. También aquí, el gobierno puede decretar su implantación. ¿Por qué no, un sindicato vertical? Así, un sindicato nacional-sindicalista, corporativo, con una política intervencionista del mercado de trabajo; donde el trabajo y el capital no se crucen nunca. Este viejo modelo suplantaría al actual sindicato horizontal que, por otro lado, tampoco ha tenido mucho peso específico para negociar esta reforma.
Confirmado ya el talante de este gobierno, no es de extrañar que una de las consignas recogidas en las distintas reuniones mantenidas con la señora Merkel, tengan que ver con algún método contundente y alemán, por ellos utilizado en el resurgimiento de la postguerra. A mí me parece que, por mucho maquillaje que el gobierno español ponga a la solución de nuestros problemas, en el Consejo de Europa, las ojeras son lo primero que se nos ven. Las quejas y los llantos se han terminado. Si hay que resurgir de las cenizas, pues los alemanes en esto tienen experiencia. Además, el pueblo ha votado mayoritariamente por este gobierno. Ahora, tampoco vale quejarse.
Los sindicatos deben pensar en cómo reinventarse. No es de lucha de clases, dejar que la apisonadora del estado pase por encima de ellos, dejando atrás el largo camino que tanto esfuerzo costó conseguir.
Malos tiempos para el arco iris. Esa franja multicolor que nos avisa del final de la tormenta, y que nos anima a seguir en la brecha día a día. Hemos sido los responsables de elegir un solo color, por lo tanto, con un horizonte monocromo, la tormenta será duradera.
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