Roca espacial 2011 GA5
Paulatinamente, como animales gregarios que somos, hemos ido tejiendo una sociedad de individuos con la teoría de un fin común; que sea capaz de perpetuar la especie, y a la vez (en los humanos) ser capaces (en alguna medida) de disfrutar de la efímera existencia. Al menos, eso es lo que se adivina.
Esto no es exclusividad del ser humano. Otras especies funcionan de la misma manera. Sólo hay una gran diferencia: no tienen conciencia del bien y del mal.
La mutación que nos ha hecho distintos de los demás seres u organismos que nos acompañan en el planeta Tierra, ha sido la consciencia. Este tipo de consciencia ha sido uno de los principales males para la conservación del planeta, y de sus habitantes. La muestra la tenemos con el deambular de nuestra especie a lo largo de millones de años. Hemos sido capaces de destruir nuestro hábitat, y a nosotros mismos. Esa consciencia interpuesta entre lo racional y lo irracional nos ha traicionado, y nos ha llevado a no ver el cuadro en su conjunto. La pregunta de rigor del ser humano: qué pintamos aquí, puede ser el gran error del ser consciente, el creer que pintamos algo. No hay nada que pintar.
Seguramente los millones de galaxias, acompañadas por miles de millones de estrellas, planetas, satélites, agujeros negros, meteoritos y demás elementos astrales, mirarán su existencia desde el lado neutro; ni del bien, ni del mal.
Formamos parte de una energía en movimiento que, de forma aleatoria, decidirá en qué parte del cuadro nos pintará. Puede que los pinceles y los óleos para el cuadro, viajen unidos a ese último meteorito que auguran los entendidos, llamado: roca espacial 2011 GA5, y que creen impactará con la Tierra en el año 2040.
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