Restauración

9 de Abril del 2012 - Mario Gutiérrez (Felechosa)

Decía Engels en carta a Miss Harkness que, leyendo la «Comedia humana», había aprendido más de la sociedad francesa que en todos los libros de historiadores, economistas y estadísticos de la época. También nosotros podemos aprender mucho sobre la estructura social, el papel de las distintas clases y el funcionamiento de los partidos en la restauración leyendo las grandes novelas realistas del siglo XIX.

Puestos a elegir una, yo me quedaría con «La Regenta» de Clarín. Esta gran novela es mucho más que la historia de un adulterio. En ella, su autor disecciona la hipócrita sociedad burguesa de su tiempo con sus injusticias y doble moral, y describe los partidos que se turnaban en el poder, manejados por caciques de uno y otro signo, preocupados sobre todo por colocar a su clientela y obtener ventajas de tipo personal. Veamos lo que dice de los partidos dinásticos. «El marqués de Vegallana era en Vetusta el jefe del partido más reaccionario, pero no tenía afición a la política. Tenía siempre un favorito que era el jefe verdadero. El favorito actual era (¡oh escándalo del juego natural de las instituciones y el turno pacífico!) don Álvaro Mesía, el jefe del partido liberal». O sea, que el partido conservador y el partido liberal, las dos columnas en las que se apoyaban las clases dominantes y la monarquía, a pesar de las apariencias de enfrentamientos, se entendían bien a la hora de repartir empleos, prebendas, puestos en la administración, etcétera.

Llegados a este punto, podemos preguntarnos: ¿los partidos turnantes de esta segunda restauración se parecen a los de la primera? ¿Hay alternativas distintas o los dos defienden el mismo sistema diferenciándose sólo en algunos matices? Si los que gobernaron los últimos años defienden la monarquía, los de ahora también; si los de antes recortan derechos a los trabajadores y pensionistas, los actuales más de lo mismo. Si unos apoyaron el escudo antimisiles y las misiones bélicas de la OTAN, los otros aplauden entusiasmados... Los dos mantienen una ley electoral injusta, ambos obedecen ciegamente las indicaciones de los mercados, apoyan a los bancos, incumplen sus programas electorales y quieren hacer recaer el peso de la crisis sobre las clases populares. Por eso, para poder alcanzar una verdadera democracia es necesario superar este bipartidismo que no fomenta la participación ciudadana y está al servicio del capital financiero y de los llamados mercados.

Mario Gutiérrez, Felechosa

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