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A don Sacramento Gutiérrez Concha (in memóriam)

7 de Abril del 2012 - Sabino Álvarez Pazos (Mieres del Camino)

He leído un libro titulado «Por qué estorba la memoria», en el cual el escritor y firmante del mismo, don Gerardo Iglesias Argüelles, hace una valoración sobre lo acontecido a partir de haber ganado la guerra civil (mejor decir incivil) el general Franco.

Durante toda la lectura del susodicho libro (algo más de cuatrocientas sesenta páginas) he esperado encontrar alguna referencia de la persona que veinte años de su vida los pasó en las cárceles franquistas por no haber cometido delito alguno; simplemente, su único delito ha sido ser un incansable luchador por los derechos de los más desfavorecidos, que, en aquellos tiempos, eran muchos más de los deseados. Me refiero a ¡don Sacramento Gutiérrez Concha! Aún recuerdo con total claridad las frecuentes visitas del señor Iglesias al domicilio de don Sacramento (éramos vecinos del mismo portal) y pienso que tales visitas fueren motivadas para cambiar impresiones relacionadas con la lucha política, ya que el señor Gutiérrez Concha, a pesar de haber salido de la cárcel físicamente muy mal de salud, nunca abandonó la lucha comenzada muchos años antes cuando laboraba en la tejera de Rozadas de la Peña.

Es muy posible que don Gerardo diga que su libro está dedicado solamente a los guerrilleros. Pero, a mi juicio, ni el título a primera vista puede relacionarse con la guerrilla ni tampoco los nombres de algunos de los enlaces. Pienso que la interpretación que pudiéremos dar al título del libro sería la de la lucha colectiva de tantos hombres y mujeres como participaron en ella, llegando a costarles incluso la vida a muchos sin llegar a ser guerrilleros/as.

Y aquí es donde entra don Sacramento, uno más entre los/as números uno de los que lucharon sin tregua ni cuartel contra las fuerzas del Estado franquista. Policía, Guardia Civil, somatenes, chivatos y un largo etcétera.

Pero también la guerrilla ha tenido sus fallos y equivocaciones, señor Iglesias, le diré un poco por alto tres que fueron al puro estilo de la ETA. Lo cuento exactamente como los oí comentar a un enlace ya fallecido y que se fue de este mundo cargando en su conciencia la muerte de tres guerrilleros.

El primero fue un chiquillo de unos doce años. Lo habían secuestrado para pedir un rescate a su familia, le pegaron un tiro en la nuca por haber reconocido una voz... Ya que el chico tenía los ojos tapados. Crimen absurdo donde los haya. Aunque todos los crímenes lo sean. El segundo no es menos triste y aberrante que el anterior. Un guerrillero mató a un joven y después de realizado el crimen se dio cuenta de que el difunto no era la persona a la que tenía que matar. Más tarde, al ver el error cometido, fue a pedirle perdón al padre del ajusticiado (...) Sin comentarios.

Tercero, ¿qué hizo el Peque en Turón antes de que lo matara la Guardia Civil? Hechos imperdonables; simplemente, hay que pensar que estas personas tenían los nervios desquiciados por estar constantemente perseguidos día y noche por las fuerzas franquistas. Dejemos la guerrilla y sigamos con lo que ha motivado este escrito, que no es otra cosa que, como he dicho más arriba, la omisión de don Sacramento Gutiérrez Concha en su libro.

Aún recuerdo perfectamente, cuando siendo niños, mi buen amigo el finado Lolo –Manuel Gutiérrez Llaca–, hijo de Sacramento, me decía: «Mañana iremos mi madre (Delfina) y mi hermana (Gloria) a ver a mi padre al Penal de Santoña (Santander)». ¿Cuántas veces me has dicho eso, querido amigo? Puede ser que casi tantas como años vuestro padre ha estado recluido en el mencionado penal.

Una vez puesto en libertad, no han sido suficientes veinte años de reclusión en las cárceles franquistas, porque, ya anciano y enfermo, durante un tiempo (para mí bastante largo) ha estado vigilado día y noche policialmente siempre con dos agentes a la puerta de su domicilio. Aunque el señor Iglesias Argüelles ha conocido a muchos enlaces, así como a miembros de la guerrilla, quiero pensar que la omisión del nombre de don Sacramento en su libro no ha sido nada más que un desliz de su memoria.

Para concluir este escrito, lo hago con referencia a una noticia leída el jueves 22 de marzo de 2012 en LA NUEVA ESPAÑA, ya que me ha causado gran confusión, porque, parece ser, no fue Cristóbal Colón quien «descubrió América», sino que por lo visto quien la ha descubierto ha sido don Pablo Isla, de Inditex, que ha cobrado nada más y nada menos que veinte (20) millones en 2011.

Si pensamos que solamente en España «tenemos» algo más de diez (10) millones de familias que malviven por debajo del umbral de la pobreza, es decir, pasando mucha hambre, irremediablemente llegamos a la conclusión que los veinte millones de don Pablo Isla son, una vez más, un insulto al hambre y a la pobreza.

Esta era tu lucha, Sacramento Gutiérrez Concha: una lucha que primero te llevó a la reclusión en las cárceles franquistas durante veinte años, lo que te ocasionó un deterioro físico de tal magnitud que te llevó a una muerte prematura.

Pero tu lucha contra la dictadura franquista, así como la de muchas otras personas tanto mujeres como hombres, no ha sido estéril, ya que gracias a vuestro sacrificio hoy las personas que andamos por esta piel de toro disfrutamos de una «democracia a la española» con unas diferencias abismales tanto económicas como sociales pero... Algo ya es algo.

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