Valor y precio
«Voy a gestionar el medio ambiente como una empresa». Estupefacto me quedé ante este titular que figuraba en «El País», a los pocos días de que su autor –Jaume Matas– fuera nombrado ministro de Medio Ambiente hace años.
«Hay que poner en valor las costas», declaraciones de Miguel Arias Cañete, el nuevo ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, a las pocas semanas de ser ratificado en su cargo.
El martes 20 de marzo se publica en LA NUEVA ESPAÑA –edición del Oriente– un artículo de Ramón Díaz donde se hacía una comparación entre el coste del Parque Nacional Picos de Europa y los beneficios obtenidos con la venta de publicaciones –único ingreso pecuniario del mismo.
¿Cuánto dinero vale la vida de una persona? Y... ¿en cuántos millones de euros valoramos nuestros bosques, el agua de los ríos, el aire que respiramos y el paisaje que usamos y habrán de heredar las generaciones venideras?
Tasar, en dinero, los valores naturales y nuestro medio ambiente ya me parece un desatino y un grave error, pero voy a realizar alguna precisión.
Hace años los trabajadores del PNPE estuvimos una semana –del amanecer al anochecer– buscando a María João, ciudadana portuguesa perdida cerca del refugio Vega Ario. Al final, lamentable y previsiblemente, su cuerpo apareció en el escarpado lugar que un guarda del PNPE pronosticó que estaría, al día siguiente de su desaparición. Es habitual que la guardería y más personal del Espacio Protegido se esfuerce –más allá de la función que le está encomendada– en buscar personas desaparecidas, dado el preciso conocimiento del territorio que tienen. Y lo hacen sin reparar en horas, riesgos y a pesar de sus paupérrimos sueldos. Esto incluye también apagar los incendios que –provocados en su inmensa mayoría– todos los años amenazan con provocar más erosión en los suelos y más regresión del clímax vegetativo del bosque atlántico.
Respecto a la venta de publicaciones –como único ingreso del PNPE–, he de decir que la guía oficial del mismo se vende al público sin que sus autores (trabajadores del PNPE, entre los que me encuentro) hayamos cobrado derechos de autor ni cantidad alguna por ello.
Ayuntamientos y particulares reciben significativas subvenciones de la Unión Europea y de la Administración del Estado en concepto de compensación por los supuestos inconvenientes que le provocan los espacios protegidos. Sin tener en cuenta el reclamo turístico que significa la denominación «Parque Nacional» y los beneficios que genera en el sector turístico.
Si el medio ambiente se ha de gestionar como un negocio, beneficios/costes, expresado en dinero... habrá que estar atentos a las iniciativas que tome el ministro Arias Cañete, que también ha manifestado: «Voy a fomentar el turismo en los Parques Nacionales» (ignorando que las competencias, por sentencia del Tribunal Constitucional de 1994, pertenecen a las CC AA), y «poner en valor» los mismos de la misma forma que se ha hecho con las costas: vulnerando la ley de Costas de 1988 y urbanizando el Dominio Público Marítimo Terrestre.
¿Es así como se pretende rentabilizar el PNPE. Trasladando el concepto de chiringuitos playeros y las miles de viviendas vacías de las urbanizadas costas a Picos de Europa?
La cita es de todos conocida, pero parece que hoy en día no está en el ideario de nuestros políticos y algún que otro periodista: «Sólo el necio confunde valor y precio».
Francisco Lozano Sanz, Cangas de Onís
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